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Desierto

DAY 9 OF 30

Venciendo la tentación antes de que llegue

La soledad del desierto no solamente revela lo que hay en el corazón, también abre una puerta peligrosa: la tentación. En esos momentos, el enemigo suele aprovechar para empujarnos hacia lo que sabemos que nos hace tropezar. Pero ojo, la tentación no se vence en el momento en que aparece. La tentación se vence antes.

¿Por qué resistir en una lucha que desgasta, cuando podríamos vencer la batalla antes de que ocurra?

Muchos de nosotros cometemos este error, intentamos resistir cuando ya estamos con un pie dentro de la tentación. Y claro, ahí la lucha se siente desigual. Lo más sabio, lo más coherente, lo más práctico, es cerrar las puertas de antemano.

Jesús nos enseñó a orar:“No nos dejes caer en tentación.” Eso implica pedirle a Dios, además de fortaleza en el momento, dirección para evitar escenarios innecesarios.

Pongamos ejemplos simples:

  • Si sabes que cierta reunión de amigas inevitablemente terminará en chismes y críticas, ¿por qué exponerte? La respuesta práctica es no ir. Sí, quizá pierdas amistades. Sí, tal vez dejes de estar en círculos que te gustan. Pero mejor perder eso que perder tu paz y tu comunión con Dios.
  • Otro ejemplo más ligero: si sabes que una Coca-Cola de tres litros abierta en tu refrigerador se convierte en tentación constante, la mejor estrategia es no comprarla. Así de simple.

La clave está en reconocer qué situaciones te arrastran al pecado y eliminarlas de raíz. No todo se puede evitar, pero mucho sí. Y lo que no se pueda evitar, se resiste con ayuda del Espíritu Santo.

Ayer lo leíamos, 1 Corintios 10:13 lo afirma con claridad:“Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir.” No existe tal cosa como “era inevitable.” Siempre hay una salida, aunque no siempre sea cómoda o sencilla.

El enemigo quiere que creas que no tienes opción, que estás atrapado. Dios dice lo contrario, siempre provee un camino de escape. Puede ser cambiar de lugar, apagar el celular, cerrar una puerta, llamar a alguien, orar en ese instante. La salida está ahí.

Si dependiéramos solo de nuestras fuerzas, sería una lucha perdida. Pero no estamos solos. El Espíritu Santo nos capacita para resistir. Santiago 4:7 lo expresa de manera contundente:“Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.”

Eso no significa que la tentación desaparecerá en un segundo. A veces resistir es cuestión de paciencia. La tentación llega en oleadas: si aguantas, si te aferras, si pasas los primeros minutos, la intensidad baja. Es como entrenar un músculo, mientras más lo ejercitas, más fuerte se vuelve.

Haz tu inventario

Una práctica útil es hacer tu propio inventario espiritual. Pregúntate:

  • ¿Qué situaciones me llevan a pecar?
  • ¿Qué amistades, lugares, hábitos o incluso aplicaciones me exponen constantemente?
  • ¿Qué puertas puedo cerrar de antemano?

Haz tu lista y empieza a cortar. Puede doler, puede implicar cambios, pero al final estarás protegiendo lo más valioso, tu relación con Dios.

No olvides algo, del otro lado del pecado siempre hay gracia. No hay tentación tan grande ni caída tan profunda que la misericordia de Dios no pueda restaurar. El arrepentimiento abre la puerta al perdón, y el perdón te levanta para seguir adelante.

El enemigo quiere que tu desierto sea terreno de derrota. Dios quiere que sea el gimnasio donde tu fe se fortalezca.

Reflexión

El desierto es duro, pero también es escuela. No dejes que la soledad se convierta en excusa para pecar. Úsala como plataforma para crecer en intimidad con Dios y entrenar tu capacidad de resistir. Recuerda, la tentación no es invencible y nunca es eterna. Siempre hay salida, siempre hay Espíritu, siempre hay gracia.

👉 ¿Qué puertas necesitas cerrar hoy para no abrirle espacio mañana a la tentación?

About this Plan

Desierto

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.

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