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Desierto

DAY 11 OF 30

Sí importas y no estás solo

El Salmo 13 comienza con soledad y lamento:“Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? Pero no termina ahí. Al final, el salmista dice:“Yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado. Cantaré al Señor porque él es bueno conmigo.” (Salmos 13:5-6).

Eso es lo extraordinario de la fe, no niega la soledad, pero tampoco se queda en ella. Reconoce el dolor, pero termina en confianza. El mismo salmo que empezó con lágrimas termina con canto.

Jesús lo ilustró de manera magistral en la historia de la mujer sorprendida en adulterio (Juan 8). Rodeada de acusadores, cada uno con una piedra en la mano, estaba condenada. Pero uno a uno, todos se fueron. Y cuando levantó la vista, ya no quedaba nadie. Jesús le preguntó:“¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ni uno de ellos te condenó? Yo tampoco (...). Vete y no peques más.”

Eso es lo que Jesús hace: cuando parece que estás solo, en realidad te quedas solamente con Él. Y esa soledad no es condena, es rescate.

Isaías 1:18 es una invitación directa:“Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto —dice el Señor—. Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve.”

¡Qué impresionante! Dios no niega que el pecado esté ahí. No dice: “No importa, haz como si nada pasó.” Lo que dice es:“Vamos a resolverlo. Yo mismo voy a limpiarte.” Y cuando Él resuelve, lo hace de manera radical, lo que era rojo intenso se vuelve blanco como la lana.

Eso significa que no importa qué hayas hecho, o cuán lejos te sientas, ¡importas! Y no estás solo.

La soledad nos engaña haciéndonos pensar que Dios se ha ido. Pero lo que hemos aprendido en el desierto es que la presencia de Dios no es algo que depende de emociones.

Las emociones suben y bajan. A veces se siente, a veces no. Pero la presencia de Dios no cambia con eso. La presencia de Dios no es algo que se siente, es algo que se sabe.

No siempre voy a sentir entusiasmo al orar. No siempre voy a sentir fuego en el corazón al cantar. No siempre voy a tener escalofríos cuando leo la Biblia. Pero sentir o no sentir no define a Dios. Una cosa sé: Él está conmigo.

Nunca más solo

El día en que entiendes que Dios está contigo más allá de tus emociones, nunca más vuelves a estar solo. Incluso si la habitación está vacía, incluso si los amigos te fallaron, incluso si parece que el cielo calla, sabes que Él sigue ahí.

Esa certeza lo cambia todo. No es un consuelo barato, es una convicción profunda: el Dios que te perdona, el Dios que resuelve tu pecado, el Dios que convierte tu escarlata en blanco, está a tu lado.

Reflexión

Tal vez hoy sientes que no importas, que nadie te ve, que estás solo. Pero escucha esto: importas tanto como esa mujer condenada que Jesús defendió, importas tanto que Dios mismo dijo “vamos a resolverlo”, importas tanto que su presencia nunca te abandona.

👉 ¿Estás dispuesto a creer que, aunque no lo sientas, Dios está contigo aquí y ahora?

👉 ¿Qué necesitas para reafirmar ese principio?

About this Plan

Desierto

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.

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