DesiertoSample

Soledad que rescata
No sé tú, pero yo he necesitado ser rescatado muchas veces. No solo cuando Jesús me salvó del pecado —ese fue el rescate más grande— sino en innumerables circunstancias de la vida. Y sé que lo volveré a necesitar.
Esa sensación de necesitar auxilio se vuelve mucho más evidente en medio de la soledad del desierto. Estás tan solo, tan vaciado de todo, que clamas por una mano que te saque de allí. Y, curiosamente, creo que Dios mismo permite esa soledad para que experimentemos con más fuerza el poder de su rescate.
Si hay algo que me encanta de los Salmos es que están llenos de tres constantes:
- Alabanza y gratitud.
- Esperanza en el Mesías prometido.
- Lamentos.
Y debo confesarte que los salmos de lamento me han hecho mucho bien. Porque me recuerdan que quejarse no es pecado. Que es válido decir:“Señor, no te siento. Señor, no me escuchas. Señor, ¿hasta cuándo me vas a dejar así?”
El salmista lo expresó en el Salmo 13:“Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? (...) ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? (...) Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré.”
¿Ves? No tiene nada de malo abrir el corazón así. Dios no se ofende con nuestra vulnerabilidad. Al contrario, es parte de la experiencia humana. Es la manera de procesar lo que vivimos y de permitir que Dios entre en medio de nuestro dolor.
Cuando la necesidad revela el rescate
La soledad es el espacio donde más claramente vemos el poder de Dios. Porque:
- Solo alguien que ha tenido hambre de verdad disfruta una comida.
- Solo alguien que ha estado enfermo entiende lo maravilloso de la salud.
- Solo alguien que ha pasado por una tormenta profunda valora la paz.
Cuando todo está tranquilo, solemos olvidar de qué nos sacó Dios. Olvidamos los pozos oscuros de donde nos levantó. Y con el tiempo, nuestras oraciones se vuelven rutinarias, superficiales, como si ya no dependiéramos tanto de Él.
Me pasa seguido, y muchas veces le pido al Señor:“Por favor, no permitas que tenga que pasar otra vez por necesidad, dolor o soledad para recordarme cuánto te necesito.” Porque la verdad es esa, mi necesidad de Dios es real, constante, todos los días.
La soledad del desierto tiene un efecto particular, parece que incluso Dios te ha dejado. Pero, al final, aprendes que en realidad nunca se fue. Lo que rescata tu corazón no es la ausencia de soledad, sino la certeza de que Dios estuvo ahí todo el tiempo.
Quizás ahora mismo estás en un desierto, o acabas de salir de uno, o pronto enfrentarás el siguiente. Porque esa es la realidad, el desierto es parte de la vida cristiana.
Lo importante es que entiendas esto: la soledad no está diseñada para hundirte, sino para rescatarte. En la ausencia de todo estímulo humano, la mano de Dios se hace más evidente, sublime y extraordinaria.
Por eso Oseas 2:14 dice:“llevaré a Israel al desierto, y allí, con mucho cariño, haré que se vuelva a enamorar de mí.” Esa es la locura del amor de Dios, aunque tú y yo hayamos fallado, Él sigue buscándonos, sigue pensando en nosotros con amor, sigue tendiendo su mano para rescatarnos.
El desierto no es tu tumba, es tu aula. La soledad no es abandono, es entrenamiento. Dios no desperdicia nada: ni una lágrima, ni una noche de insomnio, ni un grito ahogado. Todo eso puede convertirse en un recordatorio de que Jesús es el único que rescata de verdad.
El Salmo 13 termina con un cambio de tono, después del lamento, el salmista proclama confianza y alabanza. Ese es el recorrido: del dolor al rescate, de la soledad a la certeza de su presencia.
Reflexión
Tal vez ahora mismo estés pensando:“¿Hasta cuándo, Señor?” Quiero recordarte que Él nunca se fue. Y que la soledad que hoy duele puede ser mañana la evidencia de su rescate.
👉 ¿De qué te ha rescatado Dios en medio de tu soledad?
👉 ¿Estás dispuesto a dejar que esa soledad sea el espacio donde Dios te enamore otra vez?
About this Plan

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.
More









