DesiertoSample

Dios quiebra antes a quien usará después
Hace poco, almorzando con los chicos del ministerio de música, uno de ellos me pidió mi botella de Coca-Cola. Al principio pensé:“¡Qué raro! ¿Por qué querría mi botella baboseada?” Pero no, no quería la gaseosa, quería el código de la promoción que estaba en la tapa rosca. Resulta que con ese código podía participar para ganarse un PlayStation 5. No era la primera vez que veía algo así; cuando era niño, Coca-Cola también lanzaba promociones para incrementar sus ventas: juntabas tapas roscas y las cambiabas por figuritas.
Y mientras recordaba esas promociones pensé: muchos creen que la iglesia también funciona así, como si hubiera una "promo celestial": “Si vienes cinco domingos seguidos, Dios hará un milagro.” Pero la gracia de Dios no está en venta, ni su favor se consigue a cambio de algo. Esa es una de las lecciones más claras que el desierto nos enseña. Quédate con esta "idea motor", regresaremos a ella con frecuencia los próximos 6 días.
El desierto forja tu carácter
Deuteronomio 8:2-5 nos recuerda que el Señor guió a Israel por el desierto durante cuarenta años con un propósito claro: humillarlos, probarlos y revelar su carácter. Les permitió pasar hambre, pero también los alimentó con maná. Sus ropas no se gastaron, sus pies no se hincharon. Y todo eso no fue casualidad, sino disciplina de un Padre que los preparaba para algo más grande.
Ese es el principio: Dios quiebra antes a quien va a usar después.
Para ganar, hay que haber perdido primero.
Para valorar la abundancia, hay que haber conocido la escasez.
Para apreciar la salud, hay que haber atravesado la enfermedad.
El desierto es la escuela donde se forja tu carácter. Pregúntate: ¿Estás lista para el matrimonio por el que oras? ¿Estás preparado para ese puesto laboral que tanto anhelas?
La Biblia está llena de ejemplos de cómo Dios trabajó primero en la debilidad antes de mostrar su fortaleza:
- Sara, Rebeca y Raquel tuvieron que enfrentar la esterilidad antes de convertirse en madres de multitudes.
- Moisés tuvo que dejar de ser príncipe antes de convertirse en líder.
- David fue perseguido antes de reinar.
- Pablo tuvo que dejar de ser el gran “maestro de Israel” antes de ser apóstol de los gentiles.
Muchos soñamos con más, pero no sabemos administrar lo poco.
- Sueñas con ganar más dinero, pero no sabes manejar lo que hoy tienes.
- Sueñas con ser un gran empresario, pero no eres disciplinado en la universidad.
- Quieres tener una familia grande, pero no eres paciente con tus propios padres.
El desierto revela estas incoherencias. Y en lugar de destruirte, te da la oportunidad de crecer.
En Marcos 6, Jesús invitó a sus discípulos a descansar en un lugar apartado. Pero pronto llegaron multitudes con hambre. Los discípulos, cansados, querían despedirlos. Jesús los sorprendió con un desafío:“Denles ustedes de comer.”
Ellos hicieron cálculos: “Se necesitarían meses de salario.” Jesús los dejó sentir el peso de la imposibilidad. Les permitió llegar al punto del hambre, porque solo entonces podían experimentar la provisión milagrosa.
Ese es el patrón divino: Dios quiere hacer algo en ti antes de hacer algo por ti. Primero trabaja tu carácter, después muestra su poder. Lo que parece escasez es, en realidad, entrenamiento. Lo que parece silencio es, en realidad, disciplina. El desierto no te quita, te prepara. Te enseña paciencia, humildad, dependencia y gratitud.
Y cuando aprendes esas lecciones, ya no eres el mismo. No solo tienes más, sino que sabes qué hacer con eso. No solo recibes la bendición, sino que valoras al Dador.
Reflexión
Quizá hoy estás en un tiempo donde todo parece escaso: recursos, fuerzas, compañía. No desesperes. El desierto es un maestro exigente, pero sus lecciones son eternas. Dios no está en tu contra, está formando tu carácter.
👉 ¿Qué área de tu vida necesita ser forjada en el desierto antes de que Dios te confíe más?
👉 ¿Qué piensas al saber que ni la unción, ni los milagros, ni el favor, ni nada de Dios está a la venta?
Scripture
About this Plan

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.
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