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Desierto

DAY 16 OF 30

Intereses legítimos

Estamos entrando en la tercera semana de este recorrido por el desierto, y el tema de hoy puede resultar incómodo. Porque todos —todos— nos hemos acercado al Señor con alguna intención o necesidad. Eso no tiene nada de malo. Jesús mismo nos invitó a pedir:“Pidan y se les dará.”

El problema no está en pedir. El problema comienza cuando nos enamoramos más de la bendición que saciará nuestra necesidad, que de Aquel que puede suplirla.

Pienso en Abraham. Esperó décadas por el hijo de la promesa y, finalmente, Dios se lo concedió. Pero con el tiempo, algo pasó en su corazón. Su mirada comenzó a posarse más en Isaac que en el Dios que se lo había dado. Era lógico: ¿qué padre no ama a su hijo? Pero Dios tuvo que recordarle algo fundamental:“Yo debo ser primero.”

Ese es el sentido del Shemá: “¡Escucha, Israel! El Señor es nuestro Dios, solamente el Señor. Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas." No porque Dios necesite atención o cariño, sino porque el universo solo se ordena cuando Él ocupa el primer lugar.

La trampa es sutil. Buscamos a Dios por una bendición —un trabajo, una sanidad, una respuesta— y cuando la recibimos, nuestro corazón se aferra más al regalo que al Dador. A mí mismo me ha pasado, amar más el ministerio que a Dios que me lo dio. Y eso siempre exige realinear el corazón.

El desierto sirve justamente para eso, para ponernos en orden, para recordarnos que Dios debe ocupar el lugar número uno.

Sadrac, Mesac y Abednego lo entendieron perfectamente. Estaban en Babilonia, frente a una orden del rey Nabucodonosor, adorar la estatua que él había levantado. La alternativa era el horno de fuego. Su respuesta es una de las más contundentes en toda la Biblia: "Él nos rescatará de su poder, su majestad; pero aunque no lo hiciera, deseamos dejar en claro ante usted que jamás serviremos a sus dioses ni rendiremos culto a la estatua de oro que usted ha levantado."

¿Ves el principio? Su lealtad no estaba condicionada a un milagro. Ellos no amaban la bendición de la liberación, amaban al Dios que podía liberarlos. Y aunque la historia terminó con un rescate milagroso, la decisión ya estaba tomada: Dios primero, siempre.

En Juan 6, la gente seguía a Jesús porque les había dado pan. Querían más panes, más peces. Y cuando Él se presentó como“el pan de vida”, muchos dijeron:“Esto es muy difícil de entender. ¿Cómo puede alguien aceptarlo?” Y se apartaron.

La pregunta es inevitable: ¿cuál es tu límite? ¿Seguirás a Jesús aunque no te dé lo que quieres? ¿O lo abandonarás cuando la provisión no llegue en la forma o el tiempo que esperabas?

Pedro nos da la mejor respuesta posible:“—Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna."

No está mal que busques a Dios por necesidad. No está mal pedir un milagro, una respuesta, un alivio. Lo que nunca puede pasar es que esa necesidad o esa bendición ocupe el lugar que solo Dios merece en tu corazón. No olvides que Dios está más interesado en hacer algo en ti que en hacer algo para ti.

Porque al final, nuestra historia —como la de Abraham, como la de los amigos de Daniel, como la de los discípulos de Jesús— es una historia de lealtad. Y lo que define esa lealtad es a quién pones primero.

Reflexión

Tal vez hoy estás aferrado a una bendición, a una respuesta que esperas, a una necesidad que grita fuerte. No dejes que eso se convierta en tu centro. Porque la verdadera vida no se encuentra en la provisión, sino en el Proveedor.

👉 ¿Hay algo en tu vida que ha ocupado el primer lugar en tu corazón, por encima de Dios?

👉 ¿Qué pasos puedes dar para volver a ponerlo a Él en el centro?

About this Plan

Desierto

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.

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