Día 3

ESPERANZA QUE SE COMPARTE

El ángel le había anunciado a María que su pariente Elizabet, a pesar de su avanzada edad, había concebido un hijo. Sin perder tiempo, María decidió visitar a Zacarías y Elizabet, deseando comprobar personalmente el milagro y compartir la maravillosa noticia que ella también llevaba en su corazón. Esta visita no solo fue un gesto de cariño y solidaridad, sino también una manifestación de fe y esperanza compartida entre ambas mujeres.

Cuando recibimos buenas noticias llenas de esperanza, es natural querer compartirlas, pues al hacerlo, esa esperanza se multiplica y fortalece a quienes nos rodean. Al llegar María, el niño que crecía en el vientre de Elizabet respondió de inmediato, comenzando a cumplir su misión profética y a anunciar la grandeza de Dios desde antes de nacer.

Así, el encuentro entre María y Elizabet se convierte en un hermoso ejemplo de cómo la esperanza crece y se confirma cuando se comparte con otros que también creen y esperan en el Señor. Hoy es un buen día para agradecer por aquellos que nos acompañan en nuestro caminar de fe.