Día 7

ESPERANZA QUE CRECE

El evangelista nos relata que Jesús creció siendo un niño sano y fuerte, que contaba con el favor de Dios. Conforme pasaban los años, su sabiduría iba aumentando, y a los doce años, se encuentra en el templo entablando conversaciones profundas sobre la Palabra de Dios con los maestros religiosos. Este crecimiento no solo refleja el desarrollo físico y espiritual de Jesús, sino también el florecimiento de la esperanza que Él representa para el mundo.

Impresiona el hecho de que María y José, al darse cuenta que Jesús no va con ellos, lo buscan por TRES días. Cuando lo encuentran, María con su preocupación de madre empieza a reprenderlo diciéndole: “Tu padre y yo hemos estado desesperados buscándote por todas partes”. Pero más impresionante es la respuesta de Jesús: “¿Por qué tuvieron que buscarme?¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi padre?”. En esta respuesta Jesús refleja su identidad y su misión, dejando en claro cuál es su prioridad. Es como si les dijera: “No me perdí, sé quién soy y si ustedes lo supieran sabrían en donde encontrarme”. Esto nos enseña que, cuando la esperanza está firme en nuestro corazón, sabemos quiénes somos y dónde debemos estar, sin perder el rumbo.

Este episodio nos invita a reflexionar sobre la manera en que la esperanza debe crecer en nosotros. Debemos permitir que la convicción de nuestra identidad y misión se fortalezca, inspirados por el ejemplo de Jesús. Una esperanza madura nos da certeza y paz para vivir conforme al carácter que Dios quiere reflejar en nosotros. Pide a Dios que tu fe crezca cada día, y que tu vida refleje su carácter.