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Desierto

DAY 4 OF 30

La razón de la vida

Nunca me voy a cansar de repetir esta verdad: la razón de la vida es conocer a Dios. Ese es el motivo por el cual existimos. No es opcional, es el centro. Jesús lo dice en Juan 17, la Biblia lo repite en múltiples pasajes e Isaías 43:10 lo resume con claridad:“Tú has sido escogido para conocerme, para creer en mí y comprender que solo yo soy Dios.”

¿Ves la secuencia? Conocer → creer → comprender. Y de ahí se desprende todo lo demás.

El hombre nunca se encuentra a sí mismo, nunca entiende su propósito, nunca vive con sentido, hasta que conoce a Dios. Puedes probar con logros, viajes, relaciones, dinero… nada llena ese vacío. Y si me dices:“¿Qué pasa con los miles de millones que murieron sin conocerle?”, justamente ahí está la urgencia. Como cristianos, nuestra misión es cumplir lo que Jesús dijo, ir y hacer discípulos. Porque si conocer a Dios es la razón de la vida, ayudar a otros a conocerlo es la tarea de nuestra vida.

Conocerlo no es solo un momento de emoción. Muchas veces la fe se siente como desierto: sin ganas de orar, sin ganas de ir a la iglesia, sin sentir nada. Y está bien. Porque Dios es mucho más que emoción, es saber que Él está ahí. Eso es madurez, conciencia de su presencia más allá de lo que sentimos.

Conocer a Dios también significa aprender a distinguirlo. Muchas veces me preguntan:“¿Cómo sabes que esto es de Dios y no de otra fuente?” La respuesta es sencilla: porque con el tiempo aprendes a reconocer su sello. Lo que Él hace no se parece a nada más. Sus caminos son más altos, sus métodos son extraños, su manera de obrar no encaja en nuestras lógicas y su amor, su amor es… imposible.

Mira a Pedro en medio de la tormenta: “Si eres tú, mándame que vaya a ti sobre el agua.” ¿Quién en su sano juicio pide eso? Y sin embargo, Jesús responde: “Ven.” Eso es sello de Dios: inesperado, sorprendente, imposible de inventar.

Por eso me parece gracioso cuando algunos dicen:“Jesús nunca afirmó ser Dios.” Basta leer los evangelios para ver que lo gritó con cada obra, con cada milagro, con cada palabra de perdón y autoridad. Quien conoce a Dios, lo reconoce. Y cuando conoces a Jesús, te das cuenta: no solo habla como Dios, actúa como Dios, porque Él es Dios.

Claro, conocerlo no siempre es cómodo. De hecho, muchas veces Dios elige el desierto como aula. Y seamos honestos, si yo quisiera enamorar más a mi esposa, la invitaría a una cena romántica, no la llevaría al desierto. Pero Dios es distinto. Él sabe que en la aridez es donde más claro se escucha su voz.

Oseas 2:14 lo expresa:“La llevaré al desierto y allí le hablaré con ternura.” Qué pardoja más grande, ternura en medio del desierto. Pero ese es el sello de Dios. Ahí nos enamora de nuevo, ahí nos revela su carácter.

No se puede conocer a Dios y seguir siendo el mismo. Cuando lo conoces, algo cambia para siempre. A veces no te gusta lo que descubres, un Dios que te lleva al desierto, un Dios que confronta, un Dios que rompe tu comodidad. Pero al mismo tiempo descubres que detrás de todo está su carácter: amor. Él no solo ama, Él es amor.

Por eso, cuanto más lo conoces, más lo amas. Cuanto más lo entiendes, más te transforma. Y aunque no siempre sea agradable, sabes que su sello está en todo.

Reflexión

Si hoy estás en un desierto, no te desesperes. Estás en el mejor lugar para conocer a Dios de verdad. Y si no lo estás, aprovecha ahora para profundizar en quién es Él, su carácter, su personalidad, sus patrones en la Biblia. Compáralos con tu vida y te vas a sorprender de lo extraordinario que es.

👉 Conocer a Dios es la razón de la vida. ¿Qué nuevas facetas de su carácter estás descubriendo en esta temporada?

About this Plan

Desierto

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.

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