Los planes de Dios se cumplirán

En otra prisión relatada en Hechos, vemos cómo Dios liberó a Pedro de la cárcel de manera milagrosa. Un ángel del Señor se le presentó y una luz intensa llenó la celda. El ángel tocó a Pedro, lo despertó y le dijo que se levantara de prisa, y enseguida las cadenas cayeron de sus manos. Esta liberación milagrosa, similar a la de Pablo y Silas, nos hace reflexionar sobre por qué Dios intervino de esa manera. La respuesta es clara: Dios tenía un plan para Pedro y para Pablo, y ese plan no podía cumplirse mientras estaban encarcelados. Aún había mucho que debían hacer para difundir el Evangelio y cumplir la misión que Dios les había dado.

También nosotros podemos encontrarnos encarcelados en fortalezas mentales, como esquemas de pensamiento erróneos o tradiciones personales y culturales, que nos impiden vivir plenamente la voluntad de Dios. Estas “prisiones mentales” nos limitan, impidiéndonos servir a Dios como deberíamos. Sin embargo, Dios nos quiere libres de todo lo que nos separa de Su plan para nuestra vida. La verdadera libertad llega cuando nos disponemos a cumplir Su voluntad, especialmente para la salvación de quienes aún no han aceptado a Jesús como Salvador.

Jesús nos enseña que no hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Este principio se hace claro a través del sufrimiento y del amor. Pedro declaró estar listo para morir con Jesús, pero en aquel momento no pudo poner en práctica esas palabras. Sin embargo, cuando el Espíritu Santo lo llenó, Pedro no solo cambió su corazón, sino que entregó su vida por el Evangelio y por los demás. Así también nosotros, cuando recibimos al Espíritu Santo, podemos superar las fortalezas mentales que nos limitan y vivir una vida de completa dedicación a Dios, siguiendo el ejemplo de Pedro.