Las Fortalezas EspiritualesSample

No temas la prisión injusta
En el libro de los Hechos se nos relata que Pablo y Silas se encontraban en una situación de prisión, condenados injustamente, pero que, en lugar de rendirse a la desesperación, decidieron orar y cantar himnos a Dios. Su fe y su alabanza a Dios eran tan fuertes que, en el momento más oscuro, Dios respondió con un milagro: un terremoto que sacudió los cimientos de la prisión, abrió las puertas y liberó a todos los prisioneros.
Este episodio nos enseña que, aun cuando somos prisioneros de juicios injustos o de razonamientos mentales que nos encarcelan, debemos mantener una actitud de gozo, alabanza y gratitud hacia Dios. Esta actitud no solo nos ayuda a superar la dificultad, sino que también permite a Dios intervenir a nuestro favor, cambiando nuestra situación.
A veces, en la vida nos sentimos encarcelados por pensamientos negativos, dudas o juicios que nos condenan sin justicia. En esos momentos, es fundamental no perder la esperanza y no permitir que las fortalezas mentales nos impidan ver más allá. La alabanza a Dios, incluso en las dificultades, es una llave poderosa para liberarse de estas prisiones mentales.
Dios tiene el poder de cambiar cualquier situación, así como lo hizo con Pablo y Silas. Con Jeremías, en cambio, vemos otro ejemplo de liberación. Jeremías fue sacado de la cisterna con cuerdas, símbolo de su salvación. Las cuerdas que lo liberaron fueron tiradas por un eunuco que tenía en su corazón su salvación.
Las “cuerdas” que pueden liberarte de la prisión mental en la que te encuentras son la oración y el apoyo de la Iglesia que intercede por ti. En esos momentos de dificultad, podemos elegir confiar en Dios y en la comunidad de fe que ora por nosotros, o depender solo de nosotros mismos. La verdadera liberación llega cuando permitimos que Dios intervenga y nos unimos en oración con los demás.
Scripture
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Las fortalezas espirituales son barreras mentales, emocionales y espirituales que bloquean el plan de Dios en nuestras vidas. Surgen de experiencias dolorosas, creencias erróneas o pecados no confesados, dando al enemigo un punto de apoyo para frenar nuestro crecimiento espiritual. Derribarlas es vital para vivir la libertad que Cristo ofrece. A través de la Palabra de Dios, la oración y la acción del Espíritu Santo, podemos destruir estas mentiras y permitir que la verdad transforme nuestra mente, conduciéndonos a una comunión plena con Dios.
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