DesiertoSample

Quejones profesionales
Si había algo en lo que Israel se volvió especialista durante su travesía por el desierto fue en quejarse. No pasaba mucho tiempo sin que levantaran su voz contra Moisés, contra Aarón y, en última instancia, contra Dios mismo. Las frases se repetían como un eco:
- “¡No tenemos agua!”
- “¡Extrañamos la comida de Egipto!”
- “¡Era preferible ser esclavos!”
- “¡Cómo quisiéramos haber muerto!”
- “¡La tierra prometida es un peligro!”
- “¿Por qué Dios le habla solo a Moisés?”
- “¿Por qué eligió a Aarón y a su familia?”
La Biblia registra esas quejas como un patrón que parecía no tener fin. El Salmo 78 lo describe casi como una constante:“… ellos siguieron pecando contra Él, al rebelarse contra el Altísimo en el desierto. (…) Tercamente pusieron a prueba a Dios en sus corazones, (...) Hasta hablaron en contra de Dios al decir: «Dios no puede darnos comida en el desierto."
El desierto, con su incomodidad y sus carencias, parecía una excusa perfecta para quejarse. Y, sin embargo, lo que debía ser un lugar de aprendizaje y dependencia, se convirtió para Israel en un bucle de insatisfacción. Cada queja era como dar otra vuelta a la misma rotonda, sin salida clara.
Lo curioso es que este patrón no pertenece solo a Israel. Antes de la pandemia, hice un ejercicio personal, revisé mi manera de hablar. Para mi sorpresa —y vergüenza— descubrí que gran parte de mis conversaciones estaban llenas de quejas. Quejas por el tráfico, por la economía, por la rutina, por la iglesia, por la política. Jalón de orejas celestial y con razón, estaba más enfocado en lo que me faltaba que en lo que ya tenía.
Esa es la naturaleza de la queja, pone nuestros ojos en la carencia, no en la provisión. Y cuando los ojos solo miran lo que falta, el corazón se llena de ansiedad. Porque la ansiedad no nace del presente, nace de la angustia por aquello que aún no tenemos. Mira al futuro, pero con desconfianza.
El desierto no solo fue un camino hacia la Tierra Prometida; fue un espejo del corazón de Israel. Mostró lo que había dentro de ellos, una tendencia a olvidar lo bueno de Dios y a exagerar lo malo de las circunstancias.
Y ese espejo sigue vigente. El desierto de hoy —ese trabajo complicado, esa enfermedad, esa espera interminable, esa relación difícil— también saca a la luz lo que hay dentro de nosotros. ¿Qué sale de tu boca cuando estás bajo presión? ¿Agradecimiento o queja?
El problema de la queja es que nunca tiene fin. Una vez que eliges ese camino, entras en un círculo vicioso. Te quejas porque no tienes agua, Dios te da agua… y al rato te quejas porque extrañas la comida de Egipto. Dios te envía maná… y luego te quejas porque quieres carne. Y así, una y otra vez.
La queja nunca se sacia porque está enfocada en lo que falta, no en lo que hay. La gratitud, en cambio, rompe ese ciclo y abre los ojos para ver la fidelidad de Dios en medio del desierto.
¿Qué pasaría si, en lugar de preguntar: “¿Será capaz Dios de darnos comida en el desierto?”, comenzáramos a decir: “Si Dios me trajo hasta aquí, es porque aquí mismo me va a sustentar”?
¿Qué pasaría si, en lugar de mirar lo que falta, decidiéramos agradecer lo que tenemos? Tal vez el desierto no cambiaría de inmediato, pero nosotros sí. Y al final, eso es lo que Dios busca, no solo sacarnos de Egipto, sino sacar a Egipto de nuestro corazón.
Reflexión
El desierto revela nuestra tendencia a quejarnos. Nos muestra lo fácil que es convertirnos en “quejones profesionales” y quedarnos atrapados en un bucle sin salida. Pero también nos ofrece la oportunidad de romper ese ciclo y elegir la gratitud y la obediencia.
👉 ¿De qué te has estado quejando últimamente?
👉 ¿Cómo podrías transformar esa queja en gratitud?
👉 Revisa tus hábitos, ¿cuán a menudo te quejas?
About this Plan

¿Qué haces cuando la fe se seca? Cuando orar ya no emociona, la iglesia cansa y Dios parece distante. Eso se llama ‘desierto’, y lejos de ser un castigo, puede convertirse en la antesala de tu mayor encuentro con Dios. En este plan de 30 días aprenderás que el desierto revela, forma, prepara y libera. Lo que parecía tu peor temporada, puede ser el camino hacia la tierra prometida. El desierto no es tu final, es el inicio de algo nuevo.
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