La Palabra que obra

Hay poder real en la Palabra de Dios. No es solo información, no es solo consuelo: es acción, es movimiento, es efecto. Cuando Dios habla, algo sucede. Siempre.

Esta es una noticia maravillosa para el creyente: si Dios ha declarado que el diablo está vencido, así es. Si ha dicho que, por la sangre de Jesús, hemos sido rescatados, así es. No es cuestión de opiniones, sensaciones o esperanzas vagas. La Palabra de Dios no miente, no falla, nunca vuelve atrás vacía.

Su Palabra es como la lluvia que cae sobre un campo seco: no solo lo moja, sino que hace nacer algo nuevo. Trae vida, fruto, crecimiento. Cada palabra que sale de la boca de Dios tiene un propósito preciso: hacer florecer nuestra vida en cada aspecto.

Incluso cuando no vemos inmediatamente los resultados, podemos estar seguros de que Dios está obrando. Su Palabra trabaja en lo profundo, rompe los terrones duros del corazón, siembra, riega y al final produce fruto.

Oración: Señor, confío en el poder de Tu Palabra. Haz que produzca fruto en mi vida. Amén.