Conocer la verdad

¿Has escuchado alguna vez decir: “Cada uno tiene su verdad” o “Todas las verdades son válidas”? O, peor aún, “No existen verdades absolutas”. Ya en esas afirmaciones se intuye una gran confusión. En un mundo donde cada uno propone opiniones como si fueran verdades, Jesús se presenta con claridad: existe una verdad absoluta, y es la Palabra de Dios.

La Palabra no cambia con el tiempo ni se adapta a las modas: es fija, estable, eterna. Nadie puede contradecirla sin encontrarse, tarde o temprano, desmentido. Es como las matemáticas: nadie puede afirmar seriamente que uno más uno son tres. Del mismo modo, la verdad de Dios es objetiva, indiscutible, sólida.

Esta verdad no solo nos instruye, sino que nos libera. No nos libera para decir cualquier cosa, sino que nos libera de la mentira, de la ilusión, del vacío. Nos hace libres para vivir por lo que importa, libres para ser lo que Dios ha diseñado para nosotros. La verdad no oprime: la verdad ilumina, purifica, transforma, dándonos certezas y solidez.

Oración: Señor, ayúdame a conocer Tu verdad, a vivirla cada día y a encontrar en ella la verdadera libertad.