La Palabra que habla

Las palabras nos tocan en lo profundo. Cuando alguien nos declara su amor, se abre delante de nosotros un universo entero. También las palabras de odio logran quebrar el corazón del hombre más bueno. Las palabras pueden construir o destruir, acercar o dividir. Pero la Biblia declara de sí misma un poder más profundo y eficaz.

La Palabra de Dios no es como las palabras de los hombres. Ella tiene vida propia, está cargada de la presencia de Dios mismo. Cuando la leemos, no estamos simplemente adquiriendo información: estamos escuchando una voz viva. Es una Palabra que sabe dónde golpear, cuándo hablar, cómo sanar. Logra cambiar los eventos espirituales, trastornar incluso la naturaleza de las cosas.

Aunque no tenga un sonido audible, habla a lo profundo del alma, donde nadie puede llegar. Puede revelar lo que escondemos, sanar lo que nadie ve, transformar la condena en gracia, la oscuridad en luz y lo muerto en viviente. Cuando Dios habla, nada permanece como antes. Su Palabra… transforma.

Oración: Señor, abre mi corazón. Hazme escuchar Tu voz a través de Tu Palabra. Amén.