La Palabra que educa

El hombre se volvió viviente solo después de que Dios sopló en él el espíritu de vida. Desde ese momento, todo ser humano nace, crece, piensa, ama, sufre, se levanta, porque dentro de sí lleva el aliento de Dios.

De la misma manera, la Palabra de Dios es viva porque está inspirada por el Espíritu Santo. No es un libro muerto, no es solo tinta sobre papel: es una obra viva, nacida del corazón de Dios, sostenida por Él mismo.

Su eficacia no depende de nosotros. Aunque todos dejaran de leerla, continuaría teniendo poder, porque en sí misma tiene vida. Pero el milagro más grande es que la Palabra viva transmite vida. Cuando la recibes en el corazón, es como si Dios soplara de nuevo dentro de ti.

Ella educa, corrige, instruye, forma, para que el hombre de Dios sea completo y esté preparado para toda buena obra. Deja que la Palabra te moldee: no solo para saber, sino para llegar a ser.

Oración: Espíritu Santo, gracias por Tu Palabra viva e inspirada. Sopla sobre mí Tu vida, edúcame, transfórmame y hazme un hijo maduro, listo para toda buena obra.