Jesús: la Palabra hecha carne

¡Wow! ¡Jesús es la Palabra hecha carne! La Palabra eterna de Dios, la que creó el mundo, tomó un cuerpo humano para caminar entre nosotros.

No permaneció escrita solo en tablas de piedra o en los rollos de los antiguos profetas. Se encarnó para vivir, morir y resucitar, para que pudiera ser escrita, no en papel o piedra, sino en nuestros corazones.

La Palabra no solo está viva: ¡ha resucitado! Y con la resurrección de Cristo, ha adquirido un poder que va más allá de la vida natural. No solo puede sanar, consolar o hablar: es capaz de resucitar al hombre interior, transformándolo completamente.

Quien recibe esta Palabra, recibe a Cristo mismo. Y recibir a Cristo significa recibir vida sobrenatural, una vida nueva, llena de esperanza, poder y comunión con Dios.

No posees solo una Palabra viva, sino una Palabra resucitada. Y esta es una diferencia enorme. La Palabra resucitada ha vencido a la muerte, y en ti puede hacer el mismo milagro: despertar lo que parecía muerto y darte una nueva vida.

Oración: Jesús, Palabra hecha carne, escribe Tu mismo en mi corazón. Haz que el poder de Tu resurrección viva en mí cada día. Amén.