Recibir paz profunda

Transformación. Esa es la palabra que resuena con fuerza en estos versículos. La Palabra de Dios transforma nuestros pensamientos: los purifica, los eleva, los hace honorables, justos, puros, amables y dignos de alabanza. ¿Quién no desea vivir con pensamientos así? Sin embargo, con demasiada frecuencia estamos llenos de ansiedades, inquietudes, miedos y sospechas.

La clave para salir de ello no es solo cambiar de entorno o conocer nuevas personas, sino llenar la mente con la Palabra de Dios. Filipenses nos enseña que la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guarda el corazón y la mente. Es como una centinela que protege las partes más delicadas de nuestra vida.

Cuántas sesiones de psicoterapia podríamos evitar si permitiéramos que la Palabra custodie nuestros pensamientos, reemplazando la confusión con la verdad y la ansiedad con la paz.

La paz profunda no nace del silencio externo, sino de la Palabra viva que actúa dentro de nosotros.

Oración: Señor, transforma mi mente con Tu Palabra. Guarda mi corazón y dame esa paz profunda que solo Tú puedes dar.