La invitación a seguir a Jesús

Las palabras de María a los sirvientes: “Haced todo lo que os dijere” no son una simple instrucción práctica, sino una exhortación profunda que habla directamente al corazón de quien desea recibir la gracia de la salvación. Representan una invitación universal a escuchar, acoger y obedecer la palabra de Cristo, el único capaz de cumplir el plan de Dios.

En María vemos el rol de quienes, conociendo a Cristo, se convierten en instrumentos para guiar a otros hacia Él. Sus palabras impulsan a los sirvientes a depositar plena confianza en Jesús, incluso sin saber lo que Él hará. Este es el modelo de fe declarado por Pablo: Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios.

“Haced todo lo que os dijere” es una exhortación que resuena a lo largo de toda la Escritura. En el milagro que sigue, Jesús convierte el agua en vino, un gesto que simboliza el nuevo pacto y la plenitud de la salvación en Él. Sin embargo, el milagro ocurre solo después de que los sirvientes obedecen, llenando las tinajas de agua.

Esto nos recuerda que, aunque la salvación sea un don gratuito, requiere una respuesta activa: escuchar, creer y actuar. Como se afirma, no basta con ser oyentes de la Palabra, sino que hay que ser también ejecutores de ella.

Las palabras de María nos recuerdan que Jesús, al hablar, crea la fe necesaria para el milagro de la salvación. Pero estas palabras deben ser acogidas con un corazón humilde y dispuesto a obedecer.

En resumen, María nos invita a poner nuestra confianza completa en Cristo, cuyo sacrificio ha hecho plena la salvación. La fe, sin embargo, nace del oído y se manifiesta en la obediencia. Solo así podemos participar en los milagros celestiales y, sobre todo, en el “milagro” más grande: la redención de la vida, la salvación.