Una vida de intimidad con DiosSample

Su presencia es tu alegría
1. La alegría verdadera no te la da el servicio a Dios, sino el Dios a quien sirves. “¡Mi Dios me llena de alegría; su presencia me llena de gozo!”, Isaías 61:10 (TLA). ¡Solemos pasar más tiempo ocupados en la obra del Señor que en el Señor de la obra! No adores el servicio, sino al Dios al que sirves. No permitas que el trabajo para Dios te desconcentre de Dios. “Pronto... ustedes... me dejarán solo”, Juan 16:32 (TLA). Muchos cristianos ‘dejan solo’ a Jesús mientras hacen cosas para Él que nunca les ordenó que hicieran. María buscó complacer al Maestro estando a sus pies, Marta buscó agradarlo por medio del servicio. Mientras María lo escuchaba, Marta preparaba la cena que Jesús no había pedido. El Señor dijo que María había escogido la mejor parte, Lucas 10:42. No se trata de hacer algo para Él, se trata de hacer lo que Él quiere que hagamos.
Dios no te ofrece que escojas cómo servirlo. No trates de convencerlo a dónde ir o qué hacer. Muchas veces estamos listos para empacar si es que se nos pide un servicio que nos lleve al éxito y la gloria, pero demostramos poco interés si lo que se nos pide es servirle en el anonimato, cumpliendo un deber irrelevante. Felipe podría haber pensado que en Samaria era más útil; sin embargo, ‘su éxito’ consistió en ser fiel predicándole a una sola persona en el desierto. Debes ser sensible al llamado de Dios, siempre listo para realizar las cosas más pequeñas o las más grandes. Recuerda que le perteneces a Dios. Cuando Él tenga todo de ti, tendrá todo lo que tú tengas; por otra parte, ¡si Él no tiene tu corazón, entonces no tiene nada!
2. Nuestro servicio debe ser una adoración a Dios. “Al Señor tu Dios temerás, y solo a él servirás...”, Deuteronomio 6:13 (RVC). Fuimos llamados a servir a Dios. Cuando tú dejas de servir a Dios para servir al pueblo comienzas a hacer aquello que agrada a la gente y dejas de hacer lo que Dios te manda por temor de la gente. En definitiva, terminas deshonrando a Dios. Ministramos a Dios a través de lo que hacemos para Él. Cada servicio debe ser un acto de devoción y profunda adoración a Dios. El servicio no es al pastor o a la iglesia, sino para el Rey de Reyes. ¡Tú no sirves a la iglesia, sirves a Dios a través de la iglesia!
“Amado Señor, trae sabiduría espiritual a mi vida para entender estos principios espirituales que todo lo cambian, en Jesús. Amén”.
About this Plan

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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