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Una vida de intimidad con DiosSample

Una vida de intimidad con Dios

DAY 32 OF 365

Cómo hablar con Dios

“...En tus primeros años me amabas solo a mí!... pero me abandonaron... hace muchísimo tiempo que mi pueblo se olvidó de mí!, Jeremías 2:2,13 (TLA), 32 (NVI).

Si quieres hablar con Dios ten en cuenta los siguientes consejos:

1. Separa un tiempo diario para estar con Él: “...Cuando estaba a solas con sus discípulos, les explicaba todo”, Marcos 4:34 (BAD). ¿Cuánto tiempo pasas a solas con Dios? Lamentablemente y con mucha frecuencia la última persona con quien intimamos es con Jesús. La adoración congregacional no puede sustituir el tiempo diario con nuestro Señor. Si quieres una inundación de Dios deberás desarrollar el hábito de encontrarte con Él todos los días, sin prisa ni tregua. El mayor competidor por la verdadera devoción a Jesús es el servicio que hacemos para Él. Es más fácil servir que derramar nuestras vidas totalmente en su presencia. Solemos consagrarnos más al servicio cristiano que al mismo Jesucristo.

2. Establece un horario y un lugar habitual de oración: “Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios...”, Mateo 6:6 (TLA). Nosotros hemos acondicionado una habitación, un lugar apartado y privado donde nos encontramos con Dios todas las mañanas. Ese lugar de oración es para nosotros lo que el huerto de Getsemaní era para Jesús: un sitio sagrado, el lugar donde buscamos a nuestro amado Señor. Tú recibes sus bendiciones y conoces Su Palabra pero, ¿lo conoces realmente a Él?

3. Genera un ambiente de adoración: Adorar es ofrecerle a Dios lo mejor que Él nos ha dado. “Siempre que recibas una bendición de Dios, devuélvesela a Él como una ofrenda de amor. Si acumulas para ti, se tornará en una podredumbre espiritual, como le sucedía al maná cuando lo acumulaban, Éxodo 16:20. Dios nunca te dejará que guardes una bendición espiritual solo para ti. Ha de serle devuelta a Él para que Él pueda transformarla en bendición para otros”, Oswald Chambers. Cuando Ana recibió la mejor bendición de su vida, ella se la devolvió a Dios y Dios hizo de Samuel una bendición para toda la nación. Cuando el niño le entregó a Jesús la mejor porción de su almuerzo, Jesús lo transformó en una bendición para miles de personas. Hemos aprendido que Dios nunca podrá hacer algo grande A TRAVÉS de nosotros si primero no hace algo grande EN NOSOTROS. ¡Tu mejor adoración será tu propia vida ofrecida a Dios en el lugar secreto!

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Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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