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Una vida de intimidad con DiosSample

Una vida de intimidad con Dios

DAY 29 OF 365

Corazón que espera, corazón que conquista

“Eliseo fue a... Sunem y una mujer rica... insistió que fuera a comer a su casa. Después, cada vez que él pasaba por allí, se detenía en esa casa... Entonces la mujer le dijo a su esposo: “Estoy segura de que este hombre... es un santo hombre de Dios. Construyamos un pequeño cuarto... Así tendrá un lugar dónde quedarse... Y aconteció que un día vino... y se quedó...”, 2º Reyes 4:8-10 (NTV) y 11 (RV).

De este pasaje se desprenden dos principios espirituales:

1. Si tenemos a Dios tenemos todo lo que necesitamos. La sunamita no quería perderse la bendición de hospedar al hombre que tenía a Dios. Y cuando finalmente el profeta se quedó en su casa, ella obtuvo la única cosa que la vida le había negado: un hijo, 2º Reyes 4:11. Cuando Dios llega, llega con regalos. De ahí que nuestra primera petición debe ser por su presencia. Lo que tú necesitas no es algo de Dios, necesitas a Dios.

2. A quién se pide es más importante que lo que se pide. En los momentos de mayor necesidad, ¿a quién acudes en busca de ayuda? “...Los que confían en mí no serán defraudados”, Isaías 49:23 (PDT). “Por cuanto en mí ha puesto su amor... me invocará, y yo le responderé...”, Salmo 91:14-15. A quién pides y en qué nombre es fundamental para recibir del cielo: “...El Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre...”, Juan 16:23 (DHH).

¿Qué significa orar en Su nombre? Si por ejemplo fuéramos a un banco y presentáramos un cheque de escaso monto con nuestra firma, el cajero se negaría a pagarlo si no tenemos dinero en ese banco. En cambio, si fuéramos a ese mismo banco con un cheque por una cifra millonaria, girado a nuestro nombre y con la firma de uno de sus clientes más importantes, nos lo pagarían de inmediato. Lo mismo sucede en el banco celestial. Si nos presentamos en nuestro nombre nada obtendremos, pero Jesucristo tiene crédito ilimitado y nos ha concedido el privilegio de emplear Su nombre. Y, cuando acudimos al trono de la gracia de esa forma, nuestras oraciones son honradas.

Existe un nombre que al invocarlo mediante la fe nos da acceso para alcanzar bendiciones extraordinarias. ¡Ora en el nombre de Jesús!

“Gracias por revelarme el gran poder que tiene el Nombre de Jesús. De ahora en adelante invocaré su nombre en mis oraciones. Amén”.

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Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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