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Una vida de intimidad con DiosSample

Una vida de intimidad con Dios

DAY 28 OF 365

El corazón preparado para la bendición

¡Pónganse a labrar el barbecho! ¡Ya es tiempo de buscar al SEÑOR!, hasta que él venga y les envíe lluvias de justicia”, Oseas 10:12 (NVI).

Este versículo contiene los requisitos del avivamiento: 1) un corazón preparado: “labrar el barbecho” y, 2) una oración que prevalece: “¡ya es tiempo de buscar al Señor!”. ¡La preparación del corazón es la antesala de la bendición! Barbecho es un terreno que se ha vuelto duro e improductivo debido al abandono. La improductividad lo llevó a la dureza. Lo mismo sucede en nuestros corazones. El corazón insensible es el principal obstáculo para un avivamiento. En otras palabras, no está en condiciones para una visita celestial.

Es nuestra la responsabilidad de labrar el barbecho y el resultado será el quebrantamiento y la confesión de pecados. “¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal!... Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el SEÑOR—... ¿Están ustedes dispuestos a obedecer? ¡Comerán lo mejor de la tierra! ¿Se niegan y se rebelan? ¡Serán devorados por la espada!...”, Isaías 1:16-20 (NVI). La primera gran evidencia de que Dios se está acercando a una persona es la humillación y confesión de sus pecados. La segunda es la restitución. Si nuestro pecado involucró a otra persona (calumnias, críticas, robo, etc.) es necesario hacer restitución, Levítico 6:1-4. Restituir significa reponer aquello que hemos retenido de manera incorrecta. En otras palabras, implica deshacer, hasta donde sea posible, los resultados de cada maldad que hayamos cometido. No importa cuánto tiempo haya transcurrido desde que se ha cometido el pecado. Si el Espíritu de Dios produce convencimiento, entonces Dios está exigiendo una confesión. No podemos rechazarla sin pecar contra nuestra propia alma y multiplicar nuestra culpa.

“Señor, soy consciente que será muy poco lo que pueda lograr en esta vida sin el poder del Espíritu Santo. También sé que tú no derramarás lluvias de bendiciones en un campo sin labrar y que el camino al avivamiento pasa por la estación del quebrantamiento. Mi corazón endurecido necesita ser trabajado si quiero que tú me visites. Mis pecados, que son muchos, tienen que ser quitados antes de que mis oraciones sean escuchadas, Isaías 59:2. Me humillo y confieso mi maldad. Me vuelvo hacia ti reconociendo que mis pecados han detenido tu bendición. Te ruego, restaura en mí la alegría de tu salvación y produce una transformación digna de tu gloria, para que así siempre esté dispuesto a obedecerte. Amén”.

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Una vida de intimidad con Dios

Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).

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