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Prueba De PaternidadSample

Prueba De Paternidad

DAY 5 OF 6

La belleza de ser adoptados

Si el rescate abre la puerta, la adopción nos sienta a la mesa. El rescate abre la puerta; la adopción te sienta a la mesa. La Biblia no solo dice que fuimos perdonados, dice que recibimos el derecho de ser llamados hijos de Dios (Jn 1:12). Desde antes de la creación, el Padre nos predestinó para adopción por medio de Jesucristo (Ef 1:4–5). Y luego puso dentro de nosotros el Espíritu de adopción, el mismo que da testimonio de que somos herederos con Cristo (Ro 8:14–17; Gá 4:4–7).

La adopción no es un trámite frío; es el Padre levantándose del estrado, bajando a tu altura y susurrando tu nuevo nombre. Es un lugar reservado en la mesa, un plato con tu nombre y una silla que nadie más puede ocupar. Es la mano del Padre en tu hombro diciendo: “Aquí perteneces”. Ya no te mira con sospecha, sino con deleite. Puede ser un poco difícil creerlo, y es porque es un regalo inmerecido, algo que no te puedes ganar por tu propia cuenta. Cuando regresas a casa sucio, no te expulsan: te acercan, te limpian, te visten, te devuelven el anillo de familia. La casa del Padre es un verdadero hogar.

Si el Padre te adoptó, significa que ya no eres esclavo, eres hijo. Estás seguro porque el Padre te conoce y te guarda. Tu rumbo se alinea con el suyo y empiezas a parecerte a la familia. Obedeces, no para ganarte el apellido, sino porque ya lo llevas. La disciplina ya no te asusta porque sabes que es con amor que te forma. La oración deja de ser un trámite y se vuelve conversación con Abba. Y cuando tropiezas, no te escondes. Vuelves a casa, porque tu herencia descansa en la gracia que te adoptó.

Si hoy te sientes lejos, recuerda: tu apellido no es “fracaso”; es Hijo/Hija. El Espíritu en ti es la garantía de que el Padre terminará lo que empezó.

Oremos: Abba, gracias por llamarme tu hijo. Asegura mi corazón con tu Espíritu y enséñame a vivir desde tu mesa, con la seguridad y el gozo de tu familia. Amén.