Habla al mundo

El Espíritu Santo tiene un papel fundamental en convencer al mundo del pecado, de la justicia y del juicio.

Su misión no es condenar, sino abrir los ojos de las personas a su real condición espiritual.

Sin la acción del Espíritu Santo, nadie reconocería su pecado o entendería su distancia de Dios, porque solo Él puede tocar el corazón humano en profundidad y revelar la necesidad de una relación con Dios.

El pecado, según los versículos siguientes, es “no creer” en Jesús.

El Espíritu Santo obra para iluminar esa incredulidad, mostrando que el rechazo a Jesús es el verdadero pecado que nos separa del Padre.

Su obra de convicción trae luz a la verdad, revelando cuán esencial es creer en Cristo para ser salvos.

La Palabra de Dios nos dice que todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, lo que significa que somos todos culpables ante Él, pero es el mismo Espíritu Santo quien nos hace sentir ese peso.

A través de Su acción, las personas son llevadas al arrepentimiento, reconociendo la necesidad de perdón y gracia.

Él atrae las almas a Dios, mostrando que la justicia está disponible sólo mediante Jesucristo, el único Justo.

La misión del Espíritu es conducir los corazones a una conciencia transformadora: el pecado existe y la salvación es posible.

Este mensaje es un regalo, porque por medio de Él las personas se abren a la gracia de Dios y a una nueva vida en Cristo, reconociendo su necesidad de perdón y de Su presencia.