Él es una Persona.

El Espíritu Santo es una Persona, no una fuerza ni una energía, y esto significa que es plenamente Dios.

La Biblia nos lo presenta como alguien que habla, enseña, guía, consuela y siente emociones.

Jesús dijo que, cuando Él viniera, el Espíritu Santo nos guiaría a toda la verdad.

Esto deja claro que el Espíritu Santo es un guía que se comunica con nosotros y nos acompaña, no un poder que actúa solo desde fuera.

Pablo habla de su ayuda amorosa. El Espíritu Santo actúa cuando estamos débiles, intercediendo por nosotros en los momentos en que no sabemos ni cómo orar.

El Espíritu conoce a fondo nuestras dificultades y ora por nosotros, con una intimidad y cercanía que solo una Persona divina puede tener.

Intercede de verdad por nosotros, llevando nuestras necesidades directamente al Padre.

Jesús también dijo que para entrar en el Reino de Dios hay que nacer de agua y del Espíritu.

Esto significa que el Espíritu Santo está activamente involucrado en nuestro nuevo nacimiento como creyentes.

No está solo para inspirar o sostener, sino que transforma profundamente nuestro ser.

La Biblia nos advierte que no entristezcamos al Espíritu Santo, lo cual demuestra que tiene emociones y puede ser herido por nuestros pecados.

Solo una Persona puede ser entristecida, y entender esto cambia por completo nuestra relación con Dios.

Saber que el Espíritu Santo es una Persona nos anima a buscar una relación más cercana y sincera con Él, porque Él vive en nuestros corazones y nos guía paso a paso.