El banquete del Rey

En los primeros versículos del libro de Ester, se nos presenta un escenario deslumbrante: un banquete real. El rey Asuero abre las puertas de su reino y exhibe su gloria, su riqueza y su poder durante 180 días, seguido por una gran celebración de siete días para todo el pueblo. No era una fiesta común. Era una manifestación de lo que el rey poseía… y a quien decidía invitar a compartirlo.

Este banquete representa la abundancia del Reino de Dios. Un lugar donde no falta nada, donde hay belleza, honor, y donde todos los que entran son tratados como valiosos. Pero no todos estaban listos para responder al llamado del Rey.

Antes de que Ester aparezca en escena, Dios nos muestra el corazón del Rey: Él quiere compartir Su gloria. No necesita ocultarla ni protegerla de quienes ama. Él te extiende una invitación no solo para verte desde lejos, sino para que participes de: Su mesa, de Su presencia, de Su favor.

Este segundo día es una llamada directa al alma:
¿Estás lista para aceptar la invitación al banquete del Rey?
¿O estás acostumbrada a vivir con migajas, creyendo que no eres digna de sentarte en su mesa?

Antes de ser ungida, Ester fue invitada a entrar.
Hoy, tú también estás siendo invitada.
Este no es solo un plan… es una invitación a descubrir el corazón del Rey para ti.

Estudiemos un poco los detalles proféticos que encontramos en el pabellón, era de color:

• Blanco: Santidad
• Verde: Vida Nueva, Vida Eterna, Prosperidad, Esperanza, Crecimiento Espiritual
• Azul: autoridad, tendido sobre cuerdas de lino y púrpura: la realeza del carácter de Cristo en nosotros
• Anillos de plata: redención. Columnas de mármol: El mármol está estrechamente asociado con la pureza
• Reclinatorios de oro: Divinidad, Purificación, Perseverancia en las pruebas.
• Losado de pórfido: Roca de color rojo oscuro, púrpura, la roca es Cristo.
• Púrpura: realeza, Majestad, Reino, Sacerdocio, Poder, Rey, Autoridad
• Alabastro: el alabastro representa la entrega de lo mejor y de todo lo que se tiene a Dios.
• Jacinto: tercera piedra del pectoral, representa a la tribu de Judá: alabanza y a Cristo, el jacinto era conocido por aportar sabiduría, prudencia o cualquier otra virtud del corazón que hiciera mejor a un hombre. También se consideraba una piedra que aportaba riqueza y honor.