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GRACIA INMERECIDA: NO TE LO GANASTE… Y ESO ES LO BELLO.

Introducción.

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10 RVR1960).

Zaqueo era despreciado, corrupto, codicioso y todos lo odiaban. Pero cuando Jesús pasó por su ciudad, no lo ignoró ni le exigió cambiar primero. Lo miró en el árbol, lo llamó… y le mostró gracia. Jesús no lo amó porque era bueno, lo amó porque estaba perdido. Y eso lo que hace la gracia: va tras los que no la merece, y los transforman desde dentro.

Reflexión.

¿Pero que es realmente la gracia? Es el favor inmerecido de Dios. Es recibir amor, perdón, salvación y vida eterna sin haber hecho nada a cambio. En griego, la palabra charis significa un regalo que se da sin esperar nada a cambio. El teólogo Wayne Grudem define la gracia como “la bondad de Dios hacia los que solo merecen castigo”. Es un acto de generosidad basado en el carácter de Dios, no en nuestros méritos.

Martín Lutero decía que la gracia “no busca lo agradable en el hombre, sino que le da lo que no tiene”. No se compra con buenas obras ni se pierde cuando fallamos. Se recibe solo por fe (Efesios 2:8-9).

Pero atención “la gracia no es permiso para seguir igual”. La gracia no dice: “Haz lo que quieras” … La gracia dice: Ven cómo estás… pero no te quedarás igual. Jesús amó a Zaqueo tal como era, pero ese amor lo cambió por completo. Zaqueo pasó de avaro a generoso, de egoísta a restaurado. No cambió para ser amado, cambió porque ya era amado. Eso es gracia inmerecida: el poder de Dios para comenzar de nuevo.

Aplicación.

Deja de luchar por ser “suficiente” para Dios. Él ya te ama. Hoy, recibe su gracia con humildad. Pero también pregúntate: ¿Estoy respondiendo a su amor con obediencia? Elige hoy un área de tu vida donde puedas honrarlo de manera práctica, la relación con tus padres y compañeros, tus estudios y trabajo.