Jesús, Enséñame: Colaborando Con El Espíritu Santo en Mi MaternidadSample

¡Él te ve, mamá!

¿A menudo te sientes desapercibida o poco apreciada en todo tu servicio y entrega abnegada a tu familia? Si es así, estoy segura de que no estás sola.

La maternidad nos exige y nos quita energía, pero de alguna manera nos las arreglamos para que todo siga girando. Incansablemente esperamos servir un festín de platos deliciosos, esforzándonos por satisfacer las necesidades, deseos y anhelos de cada miembro de la familia. En estos tiempos, puede ser natural creer que nadie nos ve ni nos escucha. Sin embargo, nada podría estar más lejos de la realidad.

Una noche, mientras alababa y oraba en la iglesia, en mi espíritu, me vi arrodillada ante Jesús para lavarle los pies con ternura. Lo que vi cambió mi perspectiva: el amor fluyó de Él, llenándome, y luego salió de mí y regresó a Él (un amor recíproco). Mientras comulgábamos así, lo escuché decir: «Cuando sirves a los demás, en realidad me lavas los pies y me ministras profundamente». Este diálogo me abrió los ojos para ver una perspectiva mucho más amplia en mi servicio. Jesús ve y siente mi amor con cada vaso de agua que ofrezco en su nombre, tal como dice en su Palabra.

“Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” (Mateo 10:42 RVR1960).

Cambió profundamente mi forma de sentirme al servir cuando comprendí cómo Jesús ve y aprecia cada acto de servicio. Es cierto que, al servir con amor a nuestras familias, ¡Él se fija en cada pequeño detalle! Deja que esto reconforte tu corazón cansado; ¡es suficiente! Cada acto de bondad que haces en su nombre no solo se siente, sino que se aprecia profundamente y algún día será recompensado. Cuando ministras a tus hijos y a tu esposo, es como si lo hicieras para Él.

Ora conmigo...

Querido Jesús, por favor, abre mis ojos para que vea que cuando sirvo a mi familia, en realidad te estoy ministrando a ti. Muéstrame la importancia de mi hermosa ofrenda a mi esposo e hijos. Ayúdame a no cansarme de mi propio esfuerzo y bien hacer, sino recuérdame cada día que Tú experimentas lo que mi familia siente cuando la amo y la sirvo. En el nombre de Jesús, oro. Amén.