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Una vida de intimidad con DiosSample

Una vida de intimidad con Dios

DAY 40 OF 365

Dios te sostiene en medio de cualquier tormenta

“...De pronto se desató una tormenta... Los discípulos... a gritos despertaron a Jesús... Jesús... ordenó al viento y a las olas que se calmaran... Luego les dijo a los discípulos: — ¡Ustedes no confían en mí!...”, Lucas 8:23-25 (TLA).

No existirá tormenta que tengas que enfrentar en soledad. ¡Dios siempre estará contigo! “...Dios... nunca deja de cuidarnos...”, Salmo 91:1-4 (TLA). No sabemos cuándo vendrá una tormenta, tampoco cuánto durará o cómo terminará; pero podemos descansar confiados en que Dios estará de nuestro lado: “No tengas miedo, porque yo estoy contigo...”, Isaías 41:10 (NTV). “Dios ha dicho: “...Jamás te abandonaré’”, Hebreos 13:5 (NTV). No puedes dudar de su cuidado sin hacerle doler el corazón. Renuncia hoy mismo a toda desconfianza e incredulidad.

¡En medio de las tormentas aprendamos a descansar! Los discípulos trabajaban desmedidamente para salvar sus vidas mientras Jesús dormía. Pero aun así no pudieron solucionar el problema. En cambio, Jesús dormía porque sabía que su Padre no dormía: “El que cuida a Israel nunca duerme... ¡El SEÑOR mismo te cuida! El SEÑOR está a tu lado como tu sombra protectora, Salmo 121:4-5 (NTV).

En las tormentas se confía, en la quietud se desarrolla la amistad. ¿Qué es lo que molestó a Jesús el día de la tormenta? ¿Qué lo despertaran? ¡No! Jesús dijo: Ustedes no confían en mí, Lucas 8:25 (TLA). La desconfianza se evidenciaba en sus palabras: “¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos vamos a ahogar!, Lucas 8:24 (NTV). Las palabras de los discípulos expresaban incredulidad. Es como si ellos creyeran que Jesús los había llevado a una trampa para hacerlos morir en medio de la tormenta. La falta de confianza en los momentos difíciles es una deshonra a Dios. La manera de agradarlo es creer que Él está en control, mientras nosotros atravesamos el valle más oscuro. ¡Pero no se puede confiar en quien no se conoce! Si tú quieres que las olas de las tormentas no te lleven a la desesperación tendrás que desarrollar amistad con Dios. Y cuando eso sucede es posible dormir en medio de la más embravecida tempestad.

La fe que vence es la que está cimentada en Jesús y nutrida por la comunión íntima y diaria con Él. Sigamos su ejemplo. Las batallas se ganan en el lugar secreto. Quien conoce a Dios en la intimidad es capaz de confiar en la adversidad.

“Señor, perdona toda incredulidad. Decido confiar y me comprometo a buscarte para experimentar el mismo grado de intimidad que Jesús tenía cuando caminaba en esta tierra. Amén”.