Oracción: Cuando La Oración Se Encuentra Con La AcciónSample

“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” (Lucas 11:1-4 RVR)

Día 1: La Diferencia que Marcaba la Diferencia

¿Alguna vez has notado qué era lo que hacía que Jesús fuera diferente? ¿Qué era lo que hacía que las multitudes se sintieran atraídas hacia Él? ¿Qué era lo que hacía que sus discípulos supieran que estaban en presencia de alguien especial?

La respuesta es simple: la oración.

Jesús oraba con pasión, con intensidad, con autenticidad. Y sus discípulos lo notaron. Lo vieron conectar con Dios de una manera que ellos no habían experimentado antes. Y se dieron cuenta de que esa era la clave del éxito de su ministerio.

El Pedido que Cambia Todo

Imagina que estás en el lugar del discípulo. Estás frente a Jesús, y tienes la oportunidad de pedirle algo. ¿Qué le pedirías?

- ¿Le pedirías que te enseñe a hacer milagros?

- ¿Le pedirías que te dé el poder de sanar enfermedades?

- ¿Le pedirías que te enseñe a resucitar a los muertos?

Pero el discípulo eligió pedir algo diferente. En lugar de pedir poder o habilidades sobrenaturales, pidió algo que parecía simple, pero que en realidad era profundo: "Señor, enséñanos a orar".

¿Por Qué la Oración?

¿Por qué crees que el discípulo eligió pedirle a Jesús que le enseñara a orar? ¿Por qué no pidió algo más espectacular?

La respuesta es que el discípulo había visto algo en Jesús que lo había impactado profundamente. Había visto la conexión profunda que Jesús tenía con Dios, la paz que emanaba de Él, la autoridad con la que hablaba y actuaba.

Y el discípulo se dio cuenta de que todo eso venía de la oración. La oración en acción era la fuente del poder de Jesús, la clave de su éxito.

Frase: “Debemos orar para aprender a orar” (Leonard Ravenhill).

Pregúntate:

- ¿Qué diferencia marca la diferencia en tu vida?

- ¿Qué me impide orar con más frecuencia y pasión?

- ¿Qué puedo hacer para priorizar la oración en mi vida diaria?

- ¿Qué promesa de Dios me anima a orar con fe y expectación?

- ¿Qué es lo que te hace sentir que estás haciendo lo que Dios te ha llamado a hacer?

Oración guiada:

Padre Celestial, te pido que me enseñes a orar como Jesús oraba. Ayúdame a priorizar la oración en mi vida, quiero fortalecer mi relación contigo y experimentar tu poder y guía en todo lo que hago. Amén.