Envió su Palabra y los sanó

¿Qué necesita un condenado a muerte? Alguien podría decir: una palabra de consuelo, o ayuda para arrepentirse. Pero si estuviéramos en esa situación, probablemente quisiéramos solo una cosa: la gracia.

El salmista nos recuerda que Dios, en Su misericordia, envía Su Palabra no para consolarnos en la condena, sino para liberarnos de ella. Su Palabra nos arranca del pozo, de la muerte, del peligro… y hace mucho más: sana.

Es increíble pensar que una sola palabra pronunciada por Dios puede cambiar completamente una vida. No hablamos solo de sanidad física, sino también espiritual, emocional e interior. Donde hay dolor, confusión, pecado o enfermedad, Su Palabra trae vida, paz, luz y esperanza.

Cuando Dios habla, todo cambia. El caos se transforma en orden, la enfermedad en salud, la desesperación en gozo. Basta una sola Palabra… pero debe ser Su Palabra.

Oración: Señor, envía Tu Palabra sobre mí. Sana mi cuerpo, mi mente y mi espíritu. Una sola palabra Tuya basta para hacerme vivir de nuevo.