Desagradar a Dios.

El último versículo del capítulo 11 dice: "Sin embargo, lo que David había hecho desagradó al Señor" (2 Samuel 11:27 NVI).

David pensó que lo tenía todo bajo control, que nadie se enteraría y podía tapar su pecado, pero Dios lo vio. Y no solo lo vio sino que le desagradó. Y aquí está lo duro: Lo que empezó como una simple distracción terminó en algo que desagradó a Dios.

A veces pensamos que el pecado solo nos afecta a nosotros, o que con el tiempo se olvidará. Pero la verdad es que cuanto más avanzamos en caída libre más nos apartamos del propósito de Dios para nuestra vida y nos lleva a caer en lo más bajo.

Reconozco que cuando he fallado no he pensado que podría afectar a las personas a mi alrededor y mucho menos que estaba entristeciendo el corazón de Dios y ese debería ser nuestro mayor anhelo: agradar a Dios en todo.

Preguntas para reflexionar:

¿Soy consciente de que mis distracciones tienen un peso espiritual delante de Dios?
¿Me duele más el pecado por las consecuencias en mi vida o porque hiero el corazón de Dios?

Oración:
Señor, hazme sensible a tu mirada. Quiero agradarte a ti por encima de todo, guíame con tu Espíritu Santo por el camino que quieres que transite.