El enemigo nunca descansa.

Mientras David dormía la siesta, el enemigo preparaba la trampa. Como dice el refrán de John Bunyan: “En la mente ociosa es donde el diablo arma su taller.”

Y así funciona: aunque yo me distraiga, Satanás sigue con su plan. Jesús lo dijo claro: “El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir.” (Juan 10:10). Cuando bajo la guardia y descuido mi relación con Dios, la oración, congregarme o servir, empiezo a ceder terreno.

Hace poco escuché de un vigilante en un edificio en construcción que se quedó dormido en su turno de noche. Todo parecía seguro y tranquilo… hasta que entraron los ladrones. Cuando despertó, ya era tarde: habían robado herramientas y maquinaria valorada en miles de euros.

Así actúa el enemigo: nos hace creer que no pasa nada, que es solo un descanso, que es inocente. Pero mientras bajamos la guardia, él está al acecho.

Por eso Pedro nos advierte: “Sed sobrios y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quién devorar” (1 Pedro 5:8 RVR1960).

No hay punto medio: o avanzas en Dios, o te estancas y quedas a merced del enemigo.

Hazte estas preguntas:
¿Qué áreas de tu vida estás descuidando?
¿Estás alerta o te estás dejando llevar por un descanso?

Oración:

Señor, no permitas que mi relación contigo se apague y que me duerma espiritualmente. Ayúdame a estar alerta y ser perseverante en buscarte cada día.