Venciendo El Campo Del EnemigoSample

Sigamos aprendiendo acerca de la armadura de Dios:

El calzado del evangelio de la paz

Nuestros pies, como los de un soldado, deben estar listos para el camino, preparados para avanzar en cualquier terreno, aunque sea difícil: barro, piedras, espinas, cuestas... La vida cristiana no siempre se recorre en caminos fáciles, por eso, nuestro calzado debe estar reforzado con el evangelio de la paz.

El evangelio no solo transforma nuestra vida, sino que también nos impulsa a caminar, a avanzar, a llevar la luz a lugares oscuros, aún si nos cuesta, aún si duele. Jesús, nuestro ejemplo, caminó con humildad, amor y firmeza. Fue un pacificador, no un agitador. Confrontaba el pecado, pero lo hacía con compasión y verdad.

Así también debemos reflejarnos nosotros en este mundo perdido: hablando la verdad sin adulterarla, pero mostrando siempre el carácter de Cristo.

Tu calzado determina tu dirección. Que cada paso tuyo sea un reflejo de la paz que solo Dios puede dar, y una oportunidad para anunciar su evangelio.

El escudo de la fe

En los tiempos bíblicos, el escudo era una defensa vital. Detenía flechas, lanzas y golpes. Sin escudo, el soldado estaba expuesto. Así también, la fe es tu defensa espiritual ante los ataques del enemigo.

La fe no evita que vengan ataques, pero te da firmeza para resistirlos. Cuando vienen pensamientos de miedo, duda, desánimo, tentación o culpa, el escudo de la fe se levanta. ¿Cómo? Recordando lo que Dios ha dicho. Confiando en que su palabra es verdadera, incluso cuando la situación no lo parezca.

Cuando sabes cuáles son tus áreas vulnerables, sabes también cómo levantar el escudo. El enemigo no puede pasar más allá de la fe que tú ejerces.

El escudo no solo protege, también es parte del avance. Un soldado en fe no retrocede. Aunque los ataques vengan en forma de enfermedad, escasez, críticas o pensamientos destructivos, la fe lo sostiene y lo impulsa a seguir adelante.