Estamos en guerra

¿Alguna vez has sentido que estás en una lucha constante?

Una lucha interna con tus pensamientos, con las expectativas que la vida impone, o con las metas que crees que debes alcanzar. A veces esa presión viene de la sociedad, de tu entorno, o incluso de ti mismo. Y cuando esa carga se vuelve muy pesada, nos sentimos paralizados, sin saber cómo enfrentar la vida.

Así también es nuestra vida espiritual: estamos en medio de una batalla que no siempre se ve, pero que sí se siente. Muchas veces el enemigo ataca no con espadas, sino con ideas. Susurra al oído mentiras disfrazadas de lógica, temor disfrazado de prudencia, culpa disfrazada de responsabilidad. Y lo más peligroso es que, sin darnos cuenta, empezamos a creer esas mentiras y a vivir como si fueran verdad.

Lo olvidamos: vivimos una guerra espiritual diaria, y esa guerra afecta todas las áreas de nuestra vida. Muchas cosas que te parecen normales —esos pensamientos que te dicen que no vales, que no puedes, que nadie te ama o que no vas a lograrlo— en realidad son ataques sutiles del enemigo, y tú ni cuenta te has dado.

El resultado es que vives cansado, confundido, sintiéndote mal contigo mismo, dudando de lo que haces, de lo que piensas o dices, sin entender de dónde viene tanta opresión. Pero hoy queremos traer luz sobre eso. Porque cuando reconoces la batalla, puedes prepararte para enfrentarla.