Un Equipo, Una Misión

Así como un cuerpo, aunque uno, tiene muchos miembros, pero todos sus muchos miembros forman un solo cuerpo, así es también Cristo. (1 Corintios 12:12).

Una vez leí un detalle desgarrador de los trágicos sucesos del 9/11. En medio del caos, equipos de rescate, policías, bomberos y otros servicios de emergencia arriesgaban sus vidas para salvar a otros, pero carecían de un sistema para comunicarse entre sí. No existía un canal compartido que conectara estos servicios críticos entre ellos, solo tenian comunicacion con su propio equipo. Como resultado, se perdió tiempo valioso, se duplicaron recursos en algunas áreas y otras zonas quedaron sin ayuda porque los equipos desconocían las posiciones o necesidades de los demás. La falta de conexión en un momento que exigía unidad tuvo consecuencias devastadoras.

Esta historia resalta una poderosa verdad para el liderazgo: la comunicación y la colaboración no son opcionales, son esenciales.

Como líderes, una de nuestras responsabilidades no solo es ayudar a las personas a sobresalir en sus roles individuales, sino también enseñarles a trabajar eficazmente con los demás, en diferentes equipos y áreas, respetando límites saludables. Es vital construir una cultura donde cada persona valore el trabajo de los demás y comprenda que todos trabajamos por la misma misión mayor.

Cuando comencé a servir en mi primer equipo de alabanza, parte de nuestra cultura era que cada músico, vocalista, líder debía dedicar un Domingo al mes a dirigir la alabanza en el ministerio infantil y otro día a encargarse del sonido o las letras del servicio principal. No era opcional, era lo esperado. Y con el tiempo, esta práctica moldeó nuestros corazones. Nos dio una comprensión directa de los desafíos que enfrentaban otros e impidió que el orgullo se arraigara en nuestro equipo. Nos enseñó a tratar cada rol con dignidad y a reconocer que ninguna tarea era inferior a nosotros.

Independientemente de la organización, el ministerio o el equipo del que formes parte, es importante ser intencional en crear puentes entre los departamentos. Busca oportunidades para que la gente colabore, se sirva mutuamente y aprecie el valor que cada persona y equipo aporta al conjunto. Esto no sólo fortalece la unidad de la organización, sino que también garantiza que, ante una crisis o una necesidad, los equipos sepan actuar con rapidez, apoyarse mutuamente y trabajar en unidad.

Tómate un tiempo para evaluar si existen barreras invisibles entre los equipos de tu organización. Si las hay, pide a Dios sabiduría y amor para derribarlas y reemplazarlas con puentes de entendimiento, cooperación y respeto mutuo.

Recuerda, en el cuerpo de Cristo y en cualquier equipo sano, cada parte es vital. Si una parte se desconecta, afecta al todo. Pero cuando estamos unidos, nos movemos con poder, propósito y gracia.

Oración:

Amado Dios, hoy vengo ante Ti pidiendo claridad y sabiduría. Ayúdame a identificar si existen barreras, divisiones o actitudes de individualismo dentro de los equipos de mi organización, o incluso dentro de un solo equipo. Muéstrame dónde la desconexión puede estar obstaculizando la unidad y la misión que nos has llamado a cumplir juntos.

Te pido tu guía, Señor. Dame ideas creativas, discernimiento y el conocimiento para construir conexiones sanas y duraderas entre las personas. Ayúdame a liderar de una manera que recuerde a cada persona lo esencial que es para el propósito que has puesto ante nosotros. Enséñame a predicar con el ejemplo, valorando cada rol y apreciando cada voz para que podamos avanzar en unidad.

Dame la valentía y la sabiduría para lograr los cambios necesarios con gracia y amor. Y que todo lo que construyamos juntos refleje Tu corazón y glorifique Tu nombre.

En el nombre de Jesús, amén.