Liderazgo de Servicio

Nunca olvidaré la primera reunión que tuve con mi equipo de trabajo tras asumir una nueva posición de liderazgo en la organización que era parte. Para romper el hielo y ayudarnos a trabajar juntos hacia un objetivo común, mi jefa pidió a cada persona que compartiera una fortaleza que veía en nuestra organización y un área en la que creía que necesitábamos crecer. Uno a uno, todos compartieron sus ideas, hasta que llegó el turno de una nueva persona. Miró a su alrededor y dijo algo que me sorprendió: "Creo que la parte más débil de esta organización eres tú".

En ese momento, quedé sorprendida. Pero también fue una clara señal de que tenía trabajo por hacer, no solo en estrategias u operaciones, sino en construir unidad, confianza y una dinámica de equipo saludable.

Como podrán imaginar, le presenté esto a Dios. No había estado buscando activamente este puesto de liderazgo; era algo que Él había puesto en mis manos. Así que oré: “Señor, Tú me pusiste aquí. Uno de ellos piensa que soy la parte más débil de esta organización. Quiero recordarte que el estar en esta posición no fue idea mía, fue Tuya. Así que ahora necesito que me muestres cómo liderarlos”.

Dios respondió fielmente, guiándome a Lucas 22:27:

¿Quién es más importante, el que se sienta a la mesa o el que sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero no aquí! Porque yo estoy entre ustedes como el que sirve.

Ese versículo me llegó al corazón. Dios no me indicó que me ganara su aprobación buscando títulos o credenciales. No me dijo que me probara capaz de liderar mostrándoles mis logros. Me enseñó a servirles con todo el corazón.

Así que eso fue lo que hice. Me convertí en quien iba y venía, asegurándome de que mi equipo tuviera lo necesario para trabajar eficazmente. Escuché sus historias, aprendí sobre sus dificultades, celebré sus victorias y presté atención a lo que realmente les importaba. Sin darme cuenta al principio, esos momentos forjaron relaciones genuinas y confianza.

Pasó el tiempo, y durante otra reunión, esta misma nueva integrante del equipo habló. Esta vez dijo: "No me di cuenta entonces, pero ella es la que más trabaja y lo entrega todo haciendo fuerte esta organización".

Para entonces, ya no necesitaba su aprobación. Ya habíamos construido una relación basada en el respeto y la confianza. Pero ese momento fue importante no por lo que dijo, sino porque confirmó lo que Dios me había estado enseñando todo el tiempo: la manera más efectiva de liderar a otros es a través del liderazgo de servicio. Al ver a quienes me rodeaban como los regalos vivos que cada uno son y dedicar tiempo a conocerlos genuinamente antes de intentar corregirlos o dirigirlos, pude liderar de una manera que reflejara el corazón de Cristo.

Si hoy ocupas una posición de liderazgo, quiero animarte: sirve a tu gente. Llévales comida. Hazles las preguntas más profundas, las que podrían incomodarte un poco, como: ¿Cómo van tus finanzas? ¿Necesitas algo? ¿Cuándo fue la última vez que sorprendiste a alguien de tu equipo con una tarjeta de regalo para gasolina o pañales para su bebé? Quizás no puedas pagar todas sus deudas ni resolver todos los problemas, pero te aseguro que los actos de gratitud y amor genuino dejarán un impacto duradero.

El liderazgo no se trata de ser la persona más impresionante. Se trata de ser quien sirve en silencio, lidera fielmente y anima a otros para que juntos logren lo que Dios les ha llamado a hacer. Quiero retarte a servir intencionalmente a tu equipo. Detente y compra una tarjeta de regalo, no porque sea su cumpleaños, sino simplemente para demostrarles que los valoras y los amas. Sorprende a ese nuevo padre o madre con un pequeño regalo para su bebé. Llévale a alguien algo que necesite sin avisarle con anticipación. Estos gestos sencillos y considerados pueden abrir puertas a una conexión más profunda y recordarle a tu equipo que son importantes para ti más allá de su trabajo y lo que pueden hacer por ti.

Oración:

Amado Dios, necesito tu guía para liderar bien a mi equipo. Muéstrame maneras creativas y significativas de servirles, no solo en las tareas, sino en sus corazones y vidas. Si hay algo en mí que me impide servirles con todo el corazón, revélamelo. No quiero ser la razón por la que este equipo tenga dificultades para crecer, ni por la que alguien se sienta ignorado o sin valor.

Ayúdame a crear un ambiente donde cada persona se sienta parte de una familia en esta etapa. Reconozco que algunos solo recorrerán este camino conmigo unos días, otros meses y otros años, pero sea cual sea el tiempo que permanezcan, que su tiempo bajo mi liderazgo les deje una huella duradera y vivificante. Y cuando nuestras etapas juntos lleguen a su fin, que recuerden que los cuidé, que los vi y que con dedicación les serví, no solo los dirigí.

Guíame, Señor, para que pueda guiarlos bien.

Amén.