Aliento Para Tiempos DifícilesSample

Una promesa perpetua

Recientemente leí lo siguiente: liderar no es lo mismo que estar sano. Ministrar no es lo mismo que estar en paz. Y hablar de fe no significa que no tengas batallas internas.

Eso hizo que un pensamiento diera vueltas y vueltas en mi cabeza.

Pensé –¿Será que no estoy escribiendo mucho porque siento que no estoy “sufriendo” mucho?–

Quiero darte un poco de contexto. Durante los años 2020 al 2023 estuve lidiando con ansiedad. Fue un tiempo de mucha lucha. Y de mucho aprendizaje también. Curiosamente, durante ese tiempo escribí mucho sobre la ansiedad, específicamente sobre como lidiar con ella. Con el tiempo, con algunas herramientas y con la ayuda de Dios, pude vencer la ansiedad que me agobiaba. Aunque aún quedan algunos vestigios de la ansiedad, Dios me ha dado el control sobre ella.

Curiosamente, después de que vencí mi ansiedad, dejé de escribir y hablar del tema. Y mi último plan devocional aquí en la aplicación de la Biblia, con el título “Sí, estoy en crisis” nació de un momento de angustia que estaba viviendo y sentí que era bueno compartir sobre el tema.

Entonces, noté un patrón.

Durante algún tiempo estuve pensando que no podía escribir sobre algo que no había vivido. Y me di cuenta de que eso es una mentira. Sería como esperar que tu médico haya tenido tu misma enfermedad cuando te examina en el consultorio y te da una receta. ¡Las probabilidades de que eso suceda son muy bajas!

Hablamos de lo que Dios ha hecho en nuestras vidas, pero, también compartimos y creemos lo que Dios ha hecho en la vida de los demás.

Esto es a lo que quiero llegar.

Dios me recordó algo. Una promesa que hace mucho tiempo me hizo.

Dios ha prometido sanar mi corazón las veces que sea necesario.

Así que puedo estar tranquilo frente a los problemas de la vida. Puedo confiar en las personas. Puedo creer que Dios tiene algo diferente para mí. Puedo alentar a alguien con la Palabra de Dios, aunque yo no haya pasado por la misma situación. Porque no es mi dolor el que sana a los demás; sino que el amor de Jesús es el único que puede traer paz y libertad a la vida de las personas. Alguien roto como yo –como todos nosotros– no podría sanar a nadie del alma. Pero Jesús sí puede. Ese es el punto.

Hoy quiero animarte a que tomes la promesa que Dios me hizo para ti. Él puede sanar tu corazón las veces que sea necesario para que puedas estar cerca de Él. No importa cuál sea tu condición, Dios no te despreciará jamás.

Hoy entiendo que Dios hace una obra diferente en cada uno de nosotros. Y que también podemos ser una herramienta para traer sanidad a alguien más, porque al final no se trata de mí, sino de Dios. No es la herramienta, sino quien la usa. ¡No soy yo, es Jesús!

Confío en que Dios tiene un plan perfecto para ti ¿Puedes creer eso? A veces estamos heridos, angustiados y en dificultades, pero con todo y eso, y aunque nuestro mundo se derrumbe, Dios nunca nos abandonará. Él siempre tiene un lugar entre sus brazos cada vez que lo necesitamos.

Sigue creyendo.