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Principio de la conveniencia
La palabra de Dios dice: ”Todo me es lícito, pero no todo me conviene” (1 Corintios 10:23 RVR1960). “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas me convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna” (1 Corintios 6:12 RVR1960).
Deberíamos analizar no sólo si la acción es lícita, sino también si es conveniente, si es provechosa, tanto para mí como para otros.
Hay ciertas premisas sobre las que deberíamos reflexionar para determinar si una acción es conveniente o no:
- Consultar a Dios y buscar su opinión antes de actuar.
- Examinar si la acción a realizar glorifica el nombre de Dios. La Biblia nos exhorta a que todo lo que hagamos lo hagamos tratando de agradar a Dios.“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:23-24 RVR1960).
- Examinar si la acción afecta negativamente o es de tropiezo para otros creyentes o personas.
- Examinar si la acción, práctica o hábito genera en mí algún tipo de adicción o dependencia que aliene mi libertad.
About this Plan
La verdadera libertad en Cristo no es un permiso para imponer ni dividir, sino una invitación a amar, acoger y edificar. La verdadera libertad en Cristo no destruye, edifica; no impone, considera; no divide, une en amor y verdad. El principio que debe guiarnos no es el derecho individual, sino la edificación mutua: lo que no construye, debilita.
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