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La libertad tiene límites por amor
Mi libertad termina donde comienza la consciencia del otro.
"...No juzguéis más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano" (Romanos 14:13 RVR1960).
El creyente no sólo es responsable ante Dios, sino también ante su prójimo. La libertad no es una excusa para herir. Lo que para uno puede ser lícito, para otro puede ser una lucha. Pablo invita a usar la libertad con sensibilidad, sin imponer, sin provocar.
No se trata de vivir bajo el juicio de los hombres, sino de vivir con responsabilidad en comunidad. El amor nos mueve a actuar con sabiduría, moderación y empatía. Cuando mis acciones dañan la conciencia de un hermano, estoy abusando de una libertad mal entendida.
Pregunta para meditar:
¿Estoy dispuesto a limitar mis acciones si eso ayuda a otro a crecer?
Scripture
About this Plan
La verdadera libertad en Cristo no es un permiso para imponer ni dividir, sino una invitación a amar, acoger y edificar. La verdadera libertad en Cristo no destruye, edifica; no impone, considera; no divide, une en amor y verdad. El principio que debe guiarnos no es el derecho individual, sino la edificación mutua: lo que no construye, debilita.
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