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Día 5: El verdadero éxito y la verdadera belleza
No hay duda de que vivimos en un mundo superficial, que rinde culto a la belleza externa. En particular, la figura de la mujer ha sido sexualizada constantemente, minimizándola a las “curvas ideales” (90-60-90). Algunas, desde pequeñas, se han obsesionado con alcanzar la perfección física. Acuden a la bulimia y la anorexia, a tratamientos químicos que, en lugar de mejorar, en muchos casos deforman la naturalidad dada por Dios. Siguen dietas peligrosas y rutinas de ejercicio extenuantes. ¡Cuán comercializada está la belleza femenina!
Muchas de las que leerán este devocional odian lo que el espejo refleja, y otras han perdido la batalla contra la obesidad o el sedentarismo. Puede ser que sea tu caso o, por el contrario, que seas una mujer equilibrada, que se acepta y se ama, pero que aun así cargas con áreas en las que consideras haber fracasado, pensando que el éxito es para otras. Hoy, por medio del impactante testimonio de dos ex Miss Universo, comprenderemos cuál es el verdadero éxito y la verdadera belleza.
DAYANA MENDOZA Y STEFANÍA FERNÁNDEZ fueron nacidas en Venezuela. Dayana fue coronada como la mujer más hermosa del mundo en el año 2008, cediendo su corona en 2009 a su coterránea Stefanía Fernández. Ambas, mujeres profesionales y trabajadoras, lograron alcanzar la fama y el “éxito” gracias a su belleza física. Sin embargo, ninguna de las dos era realmente feliz. No estaban realizadas; por el contrario, experimentaban un profundo vacío interior. Dayana explicó en un podcast, al que fue invitada junto a Stefanía: “¿El éxito qué es? ¿Es Elon Musk? El éxito es la paz, y la única paz es la que da Jesús, la que perdura en el tiempo". Lo tenían todo, pero había vacío. Lo que les faltaba era caminar de la mano de Jesús. Él es el único que lo puede todo. “El éxito más anhelado es tenerlo a Él". Dayana ha hablado abiertamente sobre su absoluto vacío: después de haberlo probado todo —desde el yoga, las cartas del tarot, el horóscopo, el krishnaísmo, el budismo— descubrió que todo eso se acaba. No perdura. Sabía que había un solo Dios, y un día tomó la decisión de hablar con Él y rendirle su vida. Lo buscaba para abandonar el control y cedérselo a Él, preguntándole: ¿Qué dices tú de mis decisiones? ¿Qué dices de mí? Comprendió que sus tiempos son perfectos y que tener a Dios es como tener agua viva; sin Él, estamos muertos. Ahora Dayana sabe que es una persona de influencia, y que todo lo que había logrado en el pasado es para su gloria. “No podía quedarme con la paz que encontré; debía compartirla con el mundo.” Así empezó a usar sus redes sociales para la gloria del Señor, y posteriormente fue ordenada como evangelista.
Por su parte, Stefanía estaba sumida en una depresión profunda, completamente dependiente de su psicóloga, a la que asistía día por medio. Más allá de ayudarle, esta persona la estaba llevando por caminos espirituales peligrosos: prácticas que abren puertas indebidas y nos alejan de Dios. Son portales espirituales que tienen consecuencias. Cuando no asistía a terapia, estaba aún más deprimida. Estas prácticas, que no agradan al Señor, incluían el uso de cristales, consulta con chamanes y participación en rituales. Fue entonces cuando Stefanía comenzó a hablar con Dios. En un viaje a Israel lo conoció profundamente y comenzó a leer su Palabra, entendiendo que aquella depresión fue el medio por el cual llegó a conectarse con Él.
No existe nada más precioso, y ninguna práctica en el mundo puede darte esa tranquilidad. Solo nuestro Creador, quien nos formó a su imagen y semejanza, puede hacerlo. Solamente por ese hecho, somos todas igualmente preciosas y valiosas, por el hecho de ser simplemente mujer. Si tu vida fuera un libro, ¿cuál sería el título y el tema principal? ¿Sería un libro sobre derrota? ¿Cómo sería la protagonista? Nuestra identidad está dada por la Palabra, no por nuestra apariencia, ni siquiera por lo que creemos que hemos logrado o dejado de hacer. Si bien es cierto que debemos cuidarnos integralmente (salud, emociones, mente y corazón), la verdadera valía de nuestra existencia se revelará cuando ya no estemos en esta tierra. Suena extraño, pero será en la eternidad cuando recibamos la recompensa, completamente inmerecida por cierto: la corona con la que Cristo adornará nuestras cabezas, el más hermoso adorno que podamos lucir, allá en su presencia, donde todas seremos iguales. Donde los insultos y la falta de amor propio ya no nos atormenten. Donde el reflejo en el espejo ya no duela.
Renuncia a lo que has dicho de ti misma. Pon tu mirada solamente en Dios. Levanta tu fe. Confía en que, como muchas otras vidas, la tuya es tierra fértil. Que tu corazón ya no albergue dudas sobre cuál es tu verdadera belleza. Si vives para Dios y dependes de Él, has alcanzado el verdadero éxito.
Consejo: Haz de la conversación con Dios lo primero de cada uno de tus días, con gratitud, sinceridad y fe.
Oración: Señor, sé que muchas veces me he visto con los ojos del mundo. Me he maltratado de muchas maneras y he permitido que otros me hagan daño. Pero hoy quiero venir ante ti con mi corazón lleno de esperanza y expectativa de lo que harás con mi vida, mis proyectos y mis sueños. A ti te rindo todo lo que soy: mis aciertos y mis fracasos. Reconozco que el verdadero éxito no son los bienes materiales, ni la fama, el dinero o el reconocimiento —muchas veces falso— de otras personas, sino haber comprendido que sin ti nada somos y que tú eres nuestra mejor decisión.
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Proverbios 31:10 exalta el valor de la mujer, comparándola con piedras preciosas. Sin embargo, muchas veces cuesta reconocernos como tal, influenciadas por heridas y agresiones que nublan nuestra identidad. Este devocional de cinco días nos invita a reflexionar sobre la vida de mujeres reales, poderosas y extraordinarias, quienes, a pesar de sus distintas circunstancias, encontraron su fuerza y verdadero valor en Dios. Él transformó la percepción cultural y personal de la mujer, dignificándola y dándole un lugar especial en su obra, recordándonos que nuestra valía está en Él y no en lo que otros dicen.
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