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Simplemente Mujer

DAY 3 OF 5

Día 3: No desprecies lo transcendental de lo pequeño

En algunas ocasiones, puede ser que muchas de nosotras hayamos pensado que no tenemos lo suficiente para marcar la diferencia. Quisiéramos primero estudiar más la Biblia, esperar a sentirnos más preparadas y maduras espiritualmente. Muchas hemos elaborado sueños desde nuestra niñez sobre cómo iba a ser nuestro matrimonio, nuestra maternidad, nuestros trabajos, en fin, nuestra vida. Quizá tu caso es muy distinto a lo soñado. Tal vez fue la falta de oportunidades, una maternidad temprana o, por el contrario, una que nunca llegó. A otras, un esposo agresor y desinteresado no solo les borró esas fantasías, sino que sepultó sus sueños, y en su lugar se construyeron sentimientos de dolor, inseguridad y frustración con cada palabra hiriente y humillante que caló profundo en el corazón y la mente.

Es aquí donde el Señor, con su inmensa sabiduría y fidelidad, nos muestra que sus caminos son mucho más altos y mejores que los nuestros, y que, a veces, son cualquier cosa menos lo que habíamos imaginado. Esto fue lo que pasó con nuestra mujer estrella de hoy: Charlotte Digges “Lottie” Moon, cuya existencia marcó el movimiento de misiones hasta el día de hoy.

Lottie Moon nació en 1840 en Virginia, Estados Unidos, dentro del seno de una familia cristiana adinerada. Fue una de las primeras mujeres sureñas en graduarse con una maestría. Aceptó al Señor a los 18 años, y su vida dio un giro (como la de muchas de nosotras). Era exitosa como educadora, inteligente y bien instruida, pero había un anhelo que empezó a inquietarla, algo mucho más grande que nunca había considerado. Impactada por su hermana misionera en China y después de escuchar un sermón sobre Juan 4:35, entendió el llamado de Dios y, a sus 32 años, partió hacia China, dejando atrás su familia, su carrera e incluso a un prometido poco convencido de las Escrituras.

Aprendió el idioma y vistió como ellos (haciendo honor a 1 Corintios 9:20). No se desanimó a pesar de las barreras y dificultades; su determinación era firme: amar a Dios y a aquellas personas. Se dedicaba especialmente a servir y ayudar a las mujeres, y poco a poco muchos caminarían kilómetros para escuchar a la maestra que “conocía las Palabras de vida”.

Ya para 1885, a sus 44 años, dejó la docencia y se dedicó a tiempo completo a ser misionera en las ciudades de P’ingtu y Tengchow, estableciendo una nueva iglesia y difundiendo el Evangelio. Más de mil personas conocieron a Cristo, y P’ingtu empezó a ser conocida por las buenas nuevas de salvación. Lottie se percató de la timidez propia de los niños chinos, y es aquí donde lo trascendental de lo pequeño se hace asombroso. Lo pequeño en manos del Creador, del Admirable Consejero, puede ser la más extraordinaria bendición para muchos. Ella empezó a hornear galletas para estos niños; así conoció a sus madres, a quienes compartía sobre Jesús. Su vida no siempre fue fácil. Lottie sufrió y perseveró en medio del sufrimiento humano. Vivió en medio de la viruela, plagas, la amenaza de persecución y con escasos recursos para sobrevivir. Habría mucho más que decir de esta increíble mujer. Hasta hoy, prevalece su legado, siendo que el 50 % de las ofrendas de la Junta Internacional de Misiones se originaron a raíz de su trabajo.

Hoy es un buen momento para recapacitar acerca de cuál es tu campo fértil para la siega a la que te ha llamado Dios: puede ser tu familia, tus vecinos, compañeros de trabajo o personas en tu iglesia que necesiten ayuda. Es el momento ideal para determinarnos a amar a las personas que son y piensan diferente a nosotras, a no juzgarlas, sino a ayudarlas con paciencia, empatía y tolerancia, dando la milla extra. Ver a Jesús en el rostro de aquellos que no nos agradan y decidir cambiar nuestras dudas por acción. Por supuesto, es necesario convertirnos en mujeres valientes y determinadas, y esto no se logra por nuestras propias fuerzas. Necesitamos de aquel que venció incluso la muerte, que soportó dolor y humillación más allá de lo que imaginamos.

Consejo: Toma entre cinco y diez minutos al día durante esta semana para reflexionar acerca de tus dones y talentos, sean cuales sean: desde la facilidad para escribir o predicar, hasta cocinar o desarrollar actividades domésticas como la limpieza. Una vez que esto esté claro, crea un plan de acción sobre dónde y cómo podrías ponerlo en práctica, de tal manera que el nombre del Señor sea glorificado y su Reino pueda expandirse.

Oración: Padre Bendito, gracias por mostrarme la vida de mujeres valientes y obedientes que acudieron a tu llamado. Yo también quiero ser guerrera, también deseo entregarte mi servicio y mis habilidades. Señor, aviva mi corazón con pasión irresistible y muéstrame sin duda alguna dónde quieres que te sirva. Dime cuál es el campo de siega al que quieres que me dedique, para tu honra y para levantar el nombre de Cristo. Abre mis ojos, Dios, para ver todas las posibilidades de servicio, que mi mente no se cierre pensando que solo puedo ofrecer una simple galleta. Gracias por ayudarme a crecer. En tu nombre, Señor Jesús. Amén.

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Proverbios 31:10 exalta el valor de la mujer, comparándola con piedras preciosas. Sin embargo, muchas veces cuesta reconocernos como tal, influenciadas por heridas y agresiones que nublan nuestra identidad. Este devocional de cinco días nos invita a reflexionar sobre la vida de mujeres reales, poderosas y extraordinarias, quienes, a pesar de sus distintas circunstancias, encontraron su fuerza y verdadero valor en Dios. Él transformó la percepción cultural y personal de la mujer, dignificándola y dándole un lugar especial en su obra, recordándonos que nuestra valía está en Él y no en lo que otros dicen.

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