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Simplemente Mujer

DAY 2 OF 5

Día 2: Conviértete en la bendición inesperada

En nuestro caminar con Cristo, encontraremos que muchas veces Dios nos sorprenderá con su creatividad, contestando nuestras oraciones de maneras que jamás hubiésemos imaginado, incluso por medio de personas y situaciones que parecían improbables de ser usadas para nuestro beneficio. Puede ser que muchas crean que no pueden ser de bendición para otras personas porque no tienen lo necesario, no creen que tengan los dones y talentos como otras mujeres, no se sienten lo suficientemente capaces, sabias, instruidas, conocedoras de las Escrituras, y un sinfín de dudas y temores que nos invaden.

Por eso, la heroína de hoy nos enseña que somos mucho más que apariencias, mucho más que un trabajo, una profesión u oficio, mucho más que lo que el mundo piense de nosotras, mucho más que un dedo señalador y acusador. Somos aquello que Dios dice que somos: sus hijas amadas, las niñas de sus ojos, por quienes fue capaz de entregar a su Hijo Jesucristo para limpiarnos de nuestros pecados, darnos una nueva realidad transformada y redimirnos de nuestro pasado. Cuando conocemos a Jesús, no hay alternativa: Él cambiará nuestras vidas, y siempre lo hará para mejor.

María Magdalena, mujer de gran importancia en los Evangelios, que nos relatan que Jesús había expulsado siete demonios de ella, haciéndola libre de sus ataduras y cadenas. Fue liberada de su esclavitud, y a cambio otorgó servicio. Tanto amó a Jesús que decidió seguirlo hasta el final. Ella fue una de las mujeres que lo acompañó hasta su muerte en la cruz, siendo la elegida, tres días después, para ser la primera persona en ver a Cristo resucitado. En el antiguo judaísmo, solo era válido y admisible el testimonio de dos o más hombres; el de una mujer no tenía ninguna validez. ¿Te has sentido así o alguien te ha hecho sentir eso alguna vez? Que tus palabras y opinión no tienen importancia, no te toman en serio, te desprecian y te rechazan. Seguramente eso le pasó a María Magdalena en infinidad de ocasiones. ¿Quién tomaría en serio a esta mujer?

No era precisamente el modelo a seguir; y aun así, Jesús vio más allá: vio valor en su corazón. Sabía que su testimonio iba a ser trascendente para generaciones enteras, que iba a revolucionar incluso la forma de relacionarnos y ver a personas que consideramos de “dudoso valor”. No fue a Pedro o a Juan a quienes Jesús se reveló resucitado, fue a María, la galilea de Magdala, la designada por Jesucristo mismo. Sí, una mujer. Él eligió a la despreciada y marginada, cuyo testimonio tendría poca credibilidad. Jesús es capaz de dignificar a lo menos apreciado (mujeres y niños); usó a la inesperada. Él invierte las lógicas del mundo.

Pero ella hizo lo que le correspondía, más allá de la consideración de los demás. Puesto que Jesús le dijo que fuera y anunciara que Él estaba vivo, ella obedeció. Ahora, nosotras tenemos la certeza de que somos barro inestimable en sus manos, para que, igualmente, adoremos en espíritu y verdad y cultivemos la más hermosa y estrecha relación personal con un Dios vivo y auténtico, que solo puede provenir de la experiencia real de un encuentro con Jesucristo.

Este es el actuar característico de Dios: nació en un lugar inesperado, enseñó y amó de una manera inesperada, murió de una manera inesperada y, por supuesto, llama a su servicio a las personas inesperadas. Si te has sentido así, te digo, mujer: tu valía es tan apreciada por el Señor como lo fue la de María Magdalena. Te ama a tal punto que desea ser quien te escuche cada día a través de la oración. Él ansía que vengas a su presencia a contarle tu día, tus penas, tus alegrías, tus dudas, tus disgustos. Hazlo tu mejor amigo, conviértelo en la razón de cada despertar. Que sea el Señor el centro de tu universo. Puedo asegurarte sin dudar que esta será la mejor decisión de tu vida: la que te llenará de esperanza, te colmará de libertad y de paz. Será Jesús lo importante. Ya no dependerás de tus circunstancias ni de tu entorno, porque cuando Cristo es nuestro centro, Él es suficiente. Convierte el llanto en gozo. No lo rechaces. Jesús expulsó los siete demonios de María Magdalena, y hoy puede con aquello que te esclaviza, que te degrada y que te separa de Dios. También puede convertirte en la bendición inesperada que otros necesitan.

Consejo: Atrévete a dar un paso de fe y empieza a sanar tu interior. Dedícale alabanza y adoración al menos un momento al día. Aunque las fuerzas flaqueen, crea una disciplina espiritual.

Oración: Señor Bueno, que me amas más allá de lo que puedo comprender, aquí estoy delante de tu trono celestial, te brindo gloria y honra. Muchas veces no entiendo mis situaciones, incluso, a veces no entiendo mis propias emociones, pero algo tengo claro: eres mi Dios fuerte y poderoso, no cambias. Aceptaste y transformaste la vida de María Magdalena porque sabías que era preciosa. No te dejaste llevar por las apariencias ni te impresionaron sus propios demonios. Lograste acercarla a ti, e igualmente lo has hecho conmigo. Gracias por estar a mi lado en los momentos más oscuros y difíciles que he enfrentado. Cuando he querido darme por vencida, me has llamado a tu lado una y otra vez, y lo has hecho con amor eterno. Cuánto me has ayudado, y por eso mismo, te pido poder llegar a ser la bendición inesperada de alguna persona que te necesite. Esto no es por mis méritos; es solo por tu misericordia y para tu gloria. Gracias, Cristo. Amén.

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Simplemente Mujer

Proverbios 31:10 exalta el valor de la mujer, comparándola con piedras preciosas. Sin embargo, muchas veces cuesta reconocernos como tal, influenciadas por heridas y agresiones que nublan nuestra identidad. Este devocional de cinco días nos invita a reflexionar sobre la vida de mujeres reales, poderosas y extraordinarias, quienes, a pesar de sus distintas circunstancias, encontraron su fuerza y verdadero valor en Dios. Él transformó la percepción cultural y personal de la mujer, dignificándola y dándole un lugar especial en su obra, recordándonos que nuestra valía está en Él y no en lo que otros dicen.

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