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Día 1: Redescubriendo nuestro valor en Dios

Puede ser que muchas de ustedes hayan soñado con su boda, con ser madres, con ser profesionales exitosas, o con ser personas de influencia positiva en sus familias y entornos. En fin, soñaron despiertas con una vida muy diferente a la que viven ahora de adultas. Pero no muchas de nosotras hemos soñado con ser la dirigente más influyente de todo un pueblo, y no uno cualquiera, sino nada menos que el pueblo elegido por el Señor. Y aunque no sabemos si la protagonista del día de hoy siquiera lo imaginó, fue elegida por Dios para impartir justicia, guiar a Israel y, sobre todo, dar gloria y honra al nombre de Dios, trayendo con ello libertad y felicidad a su pueblo.

Débora desafió los estándares de la época. No creyó lo que probablemente muchos pensaban de ella por el simple hecho de ser mujer. Sabía que su valor, su verdadero valor, estaba dado por Dios, por lo que Él pensaba y veía en ella, más allá del papel disminuido e inferior de las mujeres en aquel tiempo de la historia, 20 años antes de Cristo. Fue la primera mujer gobernadora, jueza y abiertamente establecida como líder de Israel. Tenía claro que las victorias que obtuvo le pertenecían al Señor. Sabía de dónde provenían su fuerza, firmeza de carácter, sabiduría y temple, y honraba a Dios por ello. Además, Débora era esposa, señora de su casa, mujer valiente que no temió a la lucha. Compuso canciones de alabanza que rendían gloria a aquel Señor que la había colmado de bendiciones.

Aunque te parezca que no hay nada en común entre tu vida y la de Débora, puede ser que seas, al igual que ella, la primera, la pionera: la primera mujer creyente en tu familia, la primera en aceptar a Dios en tu matrimonio o en tu trabajo, la primera en haber sufrido agresiones a manos de personas cercanas, la primera en atreverte a soñar en grande con un futuro más allá de las circunstancias actuales, o por el contrario, la primera en querer tirar la toalla y rendirte. No importa cuál sea tu situación actual: el mismo poder que estuvo al alcance de Débora está a tu alcance ahora. Es el mismo Dios que la llenó de valentía y tenacidad y que la sostuvo. Es el poderoso Dios, creador del universo, quien hoy es capaz de sostener tu vida, transformar tus miedos y tu mente, tomar en sus manos tus dudas y temores para brindarte comprensión y ayuda. Ese Señor jamás te dará la espalda y, si le das la oportunidad, te colmará de su amor, un amor que marca la vida de toda aquella persona que se atreve, como Débora, a creerle.

Consejo: Aprende al menos un versículo bíblico a la semana acerca del asombroso poder de Dios. Piensa en cada palabra y pídele al Señor que te revele su inmenso amor.

Oración: Gracias, Señor, porque a través de la vida de otras mujeres puedo llenarme de esperanza y confianza en tu fidelidad. Me muestras que es posible salir adelante, que aunque el camino no sea fácil, tu mano de poder está sobre mi vida. Ayúdame, no solo a creerte como Débora te creyó, sino a adorarte y obedecerte. Que la única voz a la que preste atención sea la tuya, y pueda cerrar mis oídos a aquellos que quieren verme vencida. Quiero dejarte ayudarme. Por Cristo te lo pido. Amén.