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Siervo, ¿Yo?

DAY 6 OF 6

La Tercera y Última Cualidad de Epafras: Reconocer el Valor de los Demás

Llegamos a la tercera y última característica que el apóstol Pablo resalta sobre Epafras, y es, sin duda, una de las más preciosas. Es también una cualidad que todos los seres humanos necesitamos cultivar con más intencionalidad:
Reconocer el valor de las personas con las que servimos. En Colosenses 1:8, Pablo escribe:“...quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu" (RVR1960).

Mientras Epafras estuvo con Pablo, le habló con aprecio y admiración sobre los creyentes en Colosas. No se limitó a informar sobre la iglesia como si fuera una simple institución; más bien, compartió sobre su fe, su amor, su esperanza, el fruto espiritual que estaban dando y la obra de la gracia de Dios en sus vidas. Epafras no solo servía a las personas, también las valoraba.

Esto nos enseña algo muy importante: el servicio cristiano no es una tarea individualista. No se trata de “héroes solitarios” ni de unos pocos que “hacen de todo”. El verdadero servicio nace en un corazón que reconoce que somos parte de un cuerpo, una comunidad diseñada por Dios para apoyarse mutuamente.

Cuando servimos junto a otros, descubrimos que no estamos solos. Vemos que cada uno tiene algo que aportar, algo valioso que Dios ha depositado. Algunos nos acompañan en momentos difíciles, otros oran por nosotros con sinceridad, y otros simplemente están presentes cuando más los necesitamos.
Y todo eso, también es servicio.

Aceptar ayuda también es una forma de servicio, porque implica humildad, vulnerabilidad y comunión. Nos une más como cuerpo, y le agrada profundamente a Dios.

Epafras fue un ejemplo vivo de este tipo de siervo. Fue un hombre con una fe firme, una vida de oración profunda, y una valentía admirable para proclamar el evangelio, aun en medio de peligros. Pero, además, fue un siervo que amó y valoró profundamente a las personas a las que ministraba. No sólo sembró en ellas espiritualmente, sino que también se interesó por su bienestar, su crecimiento y su testimonio.

"¿Siervo(a) yo?" — ¿Cuál es tu respuesta?

Para terminar este devocional, te invito a reflexionar en la pregunta con la que iniciamos:
¿Siervo(a) yo?
Espero de corazón que tu respuesta hoy sea:
¡Sí, por supuesto!

Porque todo lo que hemos hablado es posible gracias a la obra de Jesús en la cruz. Él fue, es y será el Siervo por excelencia. Con su vida nos enseñó lo que significa servir: bajarse, entregarse, confiar, amar sin condiciones.
En la cruz, Cristo realizó el acto de servicio más grande de todos los tiempos. Nos dio vida, acceso directo al Padre, y una nueva identidad como hijos de Dios.
Y ese servicio supremo no terminó en la muerte… ¡sino que dio paso a la vida!
Una vida que tú y yo hoy tenemos, y que nos invita a seguir sus pasos como siervos.

Así que, querido(a) lector(a), créelo: sí, tú puedes ser siervo(a). Deja que Dios te ame y te enseñe a través de los actos sencillos —pero poderosos— de servicio a los demás.

¡Dios te bendiga!

Por, Sandra U y Equipo TopCristianos

En TopCristianos esperamos que este plan devocional haya sido de bendición para tu vida. Queremos que sepas que alrededor del mundo hay un grupo de personas orando por ti y por tu crecimiento espiritual porque creemos que,¡eres una bendición!

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About this Plan

Siervo, ¿Yo?

Antes de conocer a Cristo, ¿habías escuchado la palabra siervo? Y si la habías oído, ¿con qué la relacionaste? Tal vez pensaste en alguien inferior a otro, en una persona sin educación, alguien a quien se podía maltratar o hablarle con rudeza. Quizás imaginaste a una persona sometida, dispuesta a obedecer sin cuestionar todo lo que su amo le demandara. O, tal vez, pensaste en alguien entregado al servicio de Dios.

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