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Siervo, ¿Yo?

DAY 3 OF 6

El servicio como estilo de vida

A veces, limitamos la idea de “siervo” a quienes tienen cargos formales dentro de la iglesia. Pensamos que solo sirve el que enseña en la escuela dominical, el que canta en la alabanza, o el que da la bienvenida en la puerta del templo. Pero el llamado a servir es para todos, y va mucho más allá de los horarios de culto.

Servimos también cuando ayudamos a un vecino, cuando oramos por un amigo, cuando damos una palabra de ánimo en el momento oportuno. Servimos cuando amamos con hechos, cuando compartimos nuestro tiempo, cuando hacemos lo correcto aunque nadie lo vea. Todo esto es servicio, y Dios lo ve.

Puedo decir con gratitud que una de las cosas que más admiro de mi esposo es precisamente eso: su corazón de siervo. Cuando lo conocí, no tenía ningún cargo eclesial. No era pastor, ni líder de célula. Era simplemente un creyente apasionado por Dios, que vivía su fe con autenticidad. En la iglesia, era el primero en llegar y el último en irse. Atendía las necesidades de los demás con alegría. En su trabajo, mostraba integridad y generosidad. En casa, servía con amor. Y hoy, tantos años después, sigue siendo ese hombre que sirve a Dios dondequiera que esté.

¿Tú conoces a alguien así? ¿Tienes en tu vida un Epafras que te inspire? Y más aún: ¿Estás tú siendo un siervo de Cristo en tu día a día?

Un llamado personal

Hoy quiero invitarte a reflexionar. ¿Cómo entiendes el servicio? ¿Lo has experimentado en tu vida? ¿Lo asocias con gozo o con carga? ¿Sientes que necesitas crecer en esta área? Entonces haz esta oración: “Señor, aquí estoy. Enséñame a ser tu siervo. Muéstrame dónde, cómo y a quién debo servir. Cambia mi corazón, para que se parezca más al de Cristo”.

Dios está buscando siervos. No perfectos, sino dispuestos. No reconocidos, sino fieles. No llenos de títulos, sino llenos del Espíritu.

¡Nos encontramos mañana para seguir creciendo juntos en este llamado!

About this Plan

Siervo, ¿Yo?

Antes de conocer a Cristo, ¿habías escuchado la palabra siervo? Y si la habías oído, ¿con qué la relacionaste? Tal vez pensaste en alguien inferior a otro, en una persona sin educación, alguien a quien se podía maltratar o hablarle con rudeza. Quizás imaginaste a una persona sometida, dispuesta a obedecer sin cuestionar todo lo que su amo le demandara. O, tal vez, pensaste en alguien entregado al servicio de Dios.

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