Una vida de intimidad con DiosSample

Cuando encuentres el amor de tu vida no lo dejes ir
“Hay algo que no me gusta de ti, y es que ya no me amas tanto como me amabas cuando te hiciste cristiano”, Apocalipsis 2:4 (TLA).
“Lo que quiero es que me amen...”, Oseas 6:6 (TLA). Jesús dijo: “Permanezcan en mi amor”, Juan 15:9 (NTV); y luego agregó: “Si alguno de ustedes quiere ser mi discípulo, tendrá que amarme más que a su padre o a su madre, más que a su esposa o a sus hijos, y más que a sus hermanos o a sus hermanas. Ustedes no pueden seguirme, a menos que me amen más que a su propia vida”, Lucas 14:26 (TLA).
Perder el amor no parece grave para quien deja de amar, pero qué dolor provoca en la persona que no es correspondida en ese amor. Es un golpe difícil de asimilar; mortal para el alma amante. Solo piénsalo por un instante, la persona a quien tú amas te dice: “ya no sé si te quiero”, “he dejado de amarte” o “quiero el divorcio”. La Biblia nos enseña que perder el amor hacia Dios le ocasiona mucha tristeza a nuestro Señor.
La intimidad con Dios se parece a la relación matrimonial. A veces son las grandes traiciones las que matan el amor, pero la mayoría de las veces son los descuidos, las desatenciones, la indiferencia, el desapego y el irrespeto. Poco a poco, las distancias se acrecientan y el amor se apaga. Cuando la intimidad (y no nos referimos al plano sexual) se pierde, la relación se enfría. Lo mismo ocurre con el Señor.
Si dejamos de buscarlo, si se interrumpen los tiempos de fraternidad, si uno deja de interesarse en Él, poco a poco, las distancias se acrecientan hasta transformarse en abismos.
La Biblia registra una historia de amor sin igual. Éxodo 33 relata que Moisés prefería quedarse en el desierto con el ‘amor de su vida’ que ir a la tierra prometida en compañía de un ángel. Prefería quedarse en el peor lugar del mundo con Dios que estar en el ‘paraíso terrenal’ sin Él. Oswald Sanders expresó: “El sufrimiento del infierno es la ausencia de Dios; el gozo del cielo es la presencia de Dios. El amor puede soportar cualquier cosa, excepto la distancia”. Eso era lo que le preocupaba a David de su pecado. Él dijo: “No me eches de delante de ti”, Salmo 51:11. ¡Cuando se ha experimentado el gozo de la intimidad con Dios, la vida se vuelve insoportable sin ella!”.
Toma un tiempo de oración. Exprésale con dulzura tu amor al Señor.
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Cada día es una oportunidad para experimentar la presencia del Señor. Dios mismo es quien te extiende la dulce invitación para el encuentro santo: "Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, SEÑOR»" (Salmo 27:8).
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