Tu Propósito No Está en Tu PerfecciónSample

Día 3: Eres quien Él dice ser

Querida mamá, ¿cuáles son tus frases favoritas últimamente? Hace poco, me encontré pensando: "¡Soy una madre terrible!". "No soy capaz de cuidar a todos". "Estoy cansada".

Es fácil concentrarse en lo que no hago bien: la jardinería, ayudar a mi hijo adolescente con la tarea, encontrar la comida que mi hijo pequeño ha tirado por la cocina, asegurarme de que la casa esté en orden cuando mi esposo llega... (¡¿Por qué mis hijos se convierten en tornados a las 5 de la tarde todos los días?!).

Jesús y Pedro tuvieron una conversación en la mesa de Pascua que cambió mi perspectiva. Fue un cambio radical en mi vida cuando las Escrituras me mostraron que, cuando Jesús me mira, no ve los huevos revueltos en mi cabello ni que desearía que fuera un poco mejor en esto de ser madre. Él ve a una hija muy amada, creada para un gran propósito.

Jesús le dijo a Pedro que lo negaría tres veces. Pedro amaba profundamente a Jesús y prometió que nunca lo negaría, pero mañana leeremos que Pedro sí lo negó esa noche.

Hoy quiero que nos centremos en lo que Jesús le dijo a Pedro en el mismo momento en que anunció su negación. Jesús dijo: Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos.. (Lucas 22:32b NVI)

¡¿Oíste eso, mamá?! Jesús no le dijo a Pedro que se pusiera las pilas y no lo negara. Jesús sabía que la mente y la carne de Pedro le fallarían, aunque deseaba con todas sus fuerzas mantenerse fiel. La conversación se centró directamente en la esperanza en el futuro. El propósito de Pedro no dependía de su perfección.

Jesús no miró a Pedro y le dijo: «Tú eres el que niega». Le dijo: «Tú eres la roca sobre la que edificaré mi iglesia». Jesús no dejó espacio en esa mesa para que Pedro reflexionara sobre su vida y dijera: «Soy un fracaso». Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Solo tenía que volver a Jesús. Cada afirmación de «Yo soy» que pudiera haber pensado sobre sí mismo fue crucificada con Jesús.

Querida hija del Rey, cuando Jesús te mira, no ve tus defectos. Ve a una mujer por la que vale la pena morir. Tus transgresiones han sido borradas. Reemplaza las afirmaciones negativas de «Yo soy» sobre ti con la verdad sobre quién es Jesús y lo que Él piensa de ti. Deja que Jesús infunda en tu vida el mismo amor que infundió en la de Pedro.

Oremos: Jesús, tú eres el camino, la verdad y la vida. Ayúdame a recuperar la identidad que he entregado al enemigo y a reclamarla con la verdad sobre quién eres y lo que dices de mí. Muéstrame lo que dices de mí hoy, Jesús. Amén.