Tu Propósito No Está en Tu PerfecciónSample

Día 2: Jesús es Señor en todo momento y en todas las cosas

Querida mamá, reunámonos alrededor de la mesa de Pascua para la última cena de Jesús con Pedro y los demás discípulos. Imagina cómo se sentía el aire en esa habitación, horas antes de que Jesús fuera traicionado, arrestado y crucificado. Los discípulos habían entregado toda su vida por Jesús porque creían que sería el Salvador del mundo. Al acercarse su fin, su vida terrenal no parecía un final heroico. No era lo que los discípulos imaginaban. ¿No debería el Salvador del mundo llegar en un carro en llamas con un ejército enorme, en lugar de venir en un burro y lavar los pies sucios?

Como madre, he tenido muchos momentos de "esto no es lo que esperaba". A las pocas semanas de ser madre, mi bebé recién nacido perdía peso y lloraba a cada hora. La lactancia materna no funcionaba, y ya me sentía una madre incapaz. Ese fue el comienzo de un largo periodo de desastre y desilusión para mí.

De vuelta en la mesa de Pascua, Jesús anuncia a los discípulos que uno de ellos lo traicionaría esa noche. Conmocionados y consternados, Pedro y los demás preguntaron: "¿Soy yo, Señor?". Judas, el que traicionaría a Jesús, fue el único discípulo que hizo una pregunta diferente. Preguntó: "¿Soy yo, Maestro?".

Judas quería ser el dueño de su propia vida. No llamaba a Jesús "Señor". Solo lo llamaba "Maestro". Poco después de esta interacción, Judas se quitó la vida. Pedro, en cambio, seguía llamando a Jesús "Señor" a pesar de su miedo, decepción y confusión. Por eso, Jesús infundió un gran propósito en la vida de Pedro, sin necesidad de perfección. Leeremos más sobre esto en los próximos días.

Mamá, en esta vida, tu carne te fallará. Tus sentimientos te inundarán. Pero si estás dispuesta a dejar que Jesús sea tu Señor en medio de todo, vivirás una vida que importa. Las Escrituras nos dicen que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en Él, serás salva. La vida eterna con Jesús rebosa de propósito, y el gozo está disponible para ti en cada etapa de la vida y en cada etapa de la crianza.

Oremos: Jesús, gracias por encontrar a tus discípulos justo donde estaban y por hacer lo mismo por mí. Sé que soy imperfecta y necesito un Salvador. Confieso que Tú eres el Señor, Jesús, y creo en Ti. Cuando sienta la tentación de dejar que mis sentimientos sean el Señor en mi vida, ayúdame a mantenerme firme y aferrada a Ti. Ayúdame a llamarte Señor en todo y en todo momento. Amén.