Agua convertida en vino

En la lectura bíblica de hoy, leemos sobre el primero de los milagros de Jesús. Ocurrió en una boda en un pueblo pequeño e insignificante llamado Caná. En el banquete de bodas, se suponía que el vino estaría en exceso para que todos pudieran beber cuanto quisieran. Desafortunada o afortunadamente, en esta boda, el vino se acabó. María, la madre de Jesús, le comentó la situación a Jesús, solo para que Él le dijera que se tranquilizara, pues aún no había llegado su hora, ¿o sí?

Jesús, el Hijo de Dios, sabía cuándo llegaría su hora, pero no era ese día. Con típica intuición maternal, María dijo a los sirvientes que hicieran todo lo que su hijo les dijera. Supongo que, a lo largo de los años, Jesús había asombrado a su madre haciendo cosas milagrosas con lo mundano, así que ella parecía estar lista para cualquier cosa.

Jesús siguió la intuición de su madre y pidió a los sirvientes que llenaran grandes tinajas de piedra que los judíos usaban para la purificación ritual. Después de llenarlas, les pidió que sacaran un poco y se lo llevaran al anfitrión. Desde el momento en que el agua fue vertida en las tinajas hasta que fue probada por el anfitrión, algo milagroso había sucedido. No pudo haber sido un truco de mago ni una maniobra del mayordomo, porque el milagro fue experimentado al probar el vino. ¡El anfitrión dijo que era el mejor vino que había probado en todo el día! ¡Wow! La prueba del vino estaba en su sabor.

En solo unos minutos, Jesús probó su divinidad ante sus discípulos, quienes creyeron en Él, mientras se revelaba Su gloria. Al avanzar en estos 30 días, la esperanza es que experimentes Su gloria desplegándose ante ti a través de lo profundamente ordinario y misteriosamente sobrenatural que encuentres. La gloria de Dios te sorprenderá, pero también te consolará, y si Dios quiere, restaurará una fe profunda y permanente en Él.

Otro cambio interesante en este fragmento del inicio del ministerio de Jesús es cómo Él articula hábil y sencillamente un cambio más profundo en el ámbito espiritual ahora que ha comenzado su ministerio. Jesús solía hablar de la analogía del “vino nuevo en odres nuevos”, que utilizaba en referencia a la obra fresca que Su unción haría en las personas. Este incidente en la boda demuestra claramente cómo comenzaría a manifestarse eso en los siglos venideros.

Las tinajas de piedra, utilizadas para el lavado ritual de manos y pies de los judíos, ahora se usaron para contener vino fino que alegraría los corazones de todos los que lo bebieran. El vino, en este contexto cultural, denotaba alegría o abundancia. Jesús, en sus propias palabras, nos pidió permanecer en Él para que Su gozo viniera a nosotros y fuera completo (Juan 15:11). Jesús también habló de sí mismo en comparación con el enemigo en Juan 10:10, donde dijo que Él vino para dar vida en abundancia, mientras que el enemigo viene a robar, matar y destruir.

Al convertir el agua en vino, es posiblemente una invitación más profunda de Jesús a que bebamos de Él en lugar de aferrarnos a antiguas tradiciones religiosas, para que vivamos una vida con mayor plenitud y gozo genuino. Todos los que eligen seguir a Jesús son hechos nuevos. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas (2 Corintios 5:17).